Y es que durante estos meses que han ido desde que se cerrará antes de verano un acuerdo de mínimos a nivel nacional sobre la PAC, con la creación de esas Mesas Técnicas que deberán ser las encargadas de definir los aspectos más controvertidos de la reforma, y el ruido político y sindical que se ha ido generando sobre las pretensiones no sólo de cada comunidad autónoma, sino de cada organización agraria en cada una de estas regiones, desde el Gobierno, pero también desde la propia Unión Europea se ha ido vendiendo un mensaje que empieza a preocupar: “La PAC debe servir para depender menos de la propia PAC”.

    Y no se trata de un comentario  suelto, sino de una sucesión de declaraciones políticas de los altos cargos del Ministerio, desde el propio ministro Miguel Arias Cañete hasta su secretaria general de Agricultura, Isabel García Tejerina, pasando por el presidente del FEGA, Fernando Miranda. Voces muy comprometidas y sabedoras de todos los entresijos que hay detrás de la negociación europea y que se ha visto ‘refrendada’  por el presidente de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo, Paolo de Castro, quien en una entrevista dejaba bien claro que “hay que potenciar las oportunidades de negocio en nuevos mercados y promover los productos europeos. Espero que la negociación de 2017 pueda poner más "al centro" la empresa y el trabajo, que son el corazón de una posible reducción de la próxima PAC”.

    Y este mensaje empieza a calar entre las administraciones autonómicas que ven que, por un lado, pueden estar ante la última oportunidad de arañar hasta el último euro para repartirlos en su comunidad, y por otro calculan que si la reforma deja de ser esa hucha de dinero que les sirve para conseguir fidelidades y votos, van a tener que hacer un trabajo que en la mayoría de los casos no se ha hecho, como apostar por hacer realmente competitivo al sector agroalimentario no a nivel regional o nacional, sino internacional. Y para eso hace falta invertir y no sólo gastar lo que llega de Europa.

Un ministro que no da puntadas sin hilo

    Y en esta línea, según reconoce fuentes autonómicas, se aplica la apuesta del ministro Miguel Arias Cañete de impulsar su Ley de Cooperativas, la Ley de Calidad Alimentaria y su insistente modelo de aplicación de la actual PAC a nivel más nacional que regional, consciente de que en unos pocos años quizás no valga, por citar un ejemplo, tener una gran cooperativa aceitera en el sur de España, sino una mucho más grande a nivel nacional, que venda en el exterior ‘Aceite de España’ y no sólo determinadas denominaciones (que seguirán teniendo su valor intrínseco, pero que no deberían trabajar por libre sino de la mano de la ‘competencia’).

    Miguel Arias Cañete, pese a sus defectos y a las distintas posturas que se pueda tener sobre su manera de entender al sector, ha demostrado que no da puntadas sin hilo. Desde que llegó al cargo ha sabido en todo momento hacia dónde quería ir. Ha logrado un acuerdo de la PAC que nadie esperaba inicialmente, ha puesto en marcha una serie de medidas y leyes que miran no a corto plazo, sino a intentar cambiar (con lo que ello conlleva) el modelo de producción y el futuro de un sector, y se deja la piel para conseguir que las mejoras que se están alcanzado a nivel internacional no sean flor de un día, sino un modelo a seguir.

    Tal vez porque sabe que la PAC, tal y como ahora la entendemos, puede tener los días contados y quiere que, para cuando llegue el momento, el país, pero sobre todo el sector, esté preparado para el cambio que se puede avecinar.

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