EFE.- Estas actuaciones, que se ampliarán al resto de parajes afectados, se retomarán a partir del próximo septiembre una vez que el ciclo biológico de este insecto, la climatología y las necesidades vegetativas de los castaños sean más propicios, ha informado hoy la Junta en un comunicado.

No obstante, continuarán las tareas técnicas de investigación, seguimiento e inventario de la zona delimitada, lo que permitirá planificar los trabajos previstos para este otoño.

Así, mientras la primera fase se ha dirigido a la eliminación masiva de agallas con el fin de reducir drásticamente la población de avispilla, la segunda tendrá como objetivo la eliminación generalizada de las puestas de huevos mediante la poda de castaños, que será más o menos intensa en función de las características y circunstancias de cada árbol.

Este insecto pone los huevos en las yemas del año e inmediatamente muere, por lo que la eliminación de las mismas, una vez acabadas las puestas, resulta necesaria para el control de la plaga.

Los trabajos que se han realizado hasta ahora en una superficie de seis hectáreas de castañar, aproximadamente, han consistido en el apeo de 12.000 pies, desmoche y poda en altura de 600 pies, desembosque de 2.500 estéreos, eliminación de residuos, apertura de jorro, estabilización de tierras mediante empalizadas y barrido de terreno, entre otras actuaciones.

Con ello se pretende erradicar la presencia de este insecto, teniendo en cuenta que tras tres años sin detectarlo en las zonas delimitadas, éstas dejan de existir como tales y no es necesario continuar con las medidas de lucha obligatorias, tal y como establece la Unión Europea.

El mayor riesgo que supone esta plaga es la reducción de la capacidad de fructificación de los castañares afectados, que será más o menos grave en función de la intensidad del ataque.

Aunque este organismo no llega a producir la pérdida de, pero sí un fuerte debilitamiento vegetativo, este hecho puede suponer un importante perjuicio económico en las zonas productoras de castaña.

La avispilla del castaño (Dryocosmus kuriphilus) es un insecto himenóptero de la familia de las «avispas de las agallas» (Cinípidos) que afecta exclusivamente a los castaños, originario de China, y comenzó a propagarse en 1941 en Japón y en 1963 en Corea.

En el continente americano fue detectado en 1974 en EEUU y en Europa en 2002, concretamente en Italia, y a continuación se ha ido detectando en países europeos como Francia, Eslovenia, Suiza, Hungría, Croacia, Holanda, Eslovaquia, Alemania y la República Checa.

En 2012 se introdujo en España, concretamente en la comunidad autónoma de Cataluña, y desde el pasado año está presente también en Cantabria y Asturias.

Como consecuencia de la expansión mundial de este insecto en 2006, la UE acordó medidas como la restricción de la importación y el traslado de materia vegetal del castaño en Europa, el establecimiento de un régimen de inspecciones y notificaciones o la obligación de delimitar las zonas afectadas y de posible expansión.

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