Con el nuevo año llegan los diversos balances, unos destacan el terreno ganado y otros reflejan lo perdido a lo largo de estos doce meses. Lo que sí es cierto que aunque la mejoría pueda ser una realidad tal y como reflejan algunos indicadores macroeconómicos, esto no se percibe en los hogares españoles, en una sociedad cansada de esta situación y con ganas de ver luz en el túnel, de percibir esos síntomas reales de recuperación, puesto que hay personas que ya no disponen de recursos para continuar adelante.

   En este año que finaliza se han conocido datos históricamente negativos como los seis millones de parados que reflejaba la Encuesta de Población Activa con más de una cuarta parte de la población sin empleo, (27%) y una tasa de paro juvenil abismal (57%). Estas cifras muestran el enorme problema que asedia a España, puesto que el principal objetivo es la reducción del desempleo, lo que origina que los recursos económicos destinados a otros fines sean limitados. Pero hasta que no haya una creación de empleo real y estable no se producirá crecimiento económico y esa mejora no será percibida por los hogares y familias españolas, ya que la actual actividad económica es insuficiente y su estímulo es vital a través de una reactivación de la demanda interna que tire del carro y una financiación externa (crédito) que llegue a las empresas.

    Destacada mención merece en este año pasado la subida de tributos, una presión impositiva que está provocando la pérdida directa de poder adquisitivo y el desplome del consumo interno, ya que como bien afirmaba el británico Winston Churchill "una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo que trata de levantarse tirando del asa”.

    Sin embargo, en todo este contexto de recesión económica se está produciendo un síntoma muy positivo como es el gran crecimiento de las exportaciones, superándose barreras y accediendo a nuevos mercados, ayudando a la salida de este escenario de declive debido a la corrección del déficit público producido por un saldo positivo de la balanza comercial (superávit).

    En este sentido el sector agroalimentario español ha puesto de manifiesto su fortaleza en materia de comercio exterior, exportando más de una cuarta parte de la producción nacional con una mejora en términos cualitativos y cuantitativos siendo España el cuarto país exportador de Europa y octavo del mundo. Lo que tiempo atrás era una utopía ya es una realidad, el incremento de la capacidad exportadora y la internacionalización de las empresas españolas son ya un hecho, producido más por necesidad que por los estímulos y apoyos públicos, puesto que las empresas han visto la opción de salir al exterior como una vía de obtener rentabilidad. Aunque aún queda camino por recorrer en términos de mejora de valor y competitividad de la actividad productiva, sí se puede afirmar que los productos “made in Spain” son cada vez más demandados en el exterior y gozan de buena salud.

    Sin duda, algo parece estar cambiando, y si no basta con mirar hacia la Santa Sede y observar al Papa Francisco, un Papa sencillo que con sus gestos y frases llenas de bondad y humildad está llegando sin exclusión alguna a todos los hogares y rincones de la sociedad, ayudando a mejorar este clima socialmente convulso que asola el mundo.

     Mis mejores deseos de prosperidad para este nuevo año. Feliz 2014.

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