No hay nada que le guste más a un periodista que poder especular. Y sobre el futuro del ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente no es que se especule, sino que se podría hacer, como se señalaba hace unos días en esta misma web, un culebrón venezolano sobre su futuro, por mucho que detrás de toda esta espera para conocer qué va a pasar con él haya en juego muchos intereses políticos que pasan por el papel que pueda tener España en Europa en los próximos años. La cuestión no es, por tanto, si será o no cabeza de lista, sino qué papel tendrá en la futura Comisión Europea. Algo que va desde presidente de la misma, o vicepresidente, a comisario europeo de distintas áreas, aunque curiosamente nunca se habla de la de Agricultura.

   Y se puede entender este juego y esta incertidumbre, máxime cuando por medio hay una persona como Miguel Arias, que no sólo es disciplinado sino tan veterano e inteligente en estas lides que si, al final, se queda donde está nada le habrá salpicado, políticamente hablando.

   Pero en esta controversia hay demasiados errores en mi opinión, sea cual sea el final de la misma. Si acaba por no concurrir a las elecciones europeas, gana la agricultura española, pero pierde el PP, ya que Miguel Arias es el candidato perfecto para estos comicios. Es conocido, es europeísta, popular (y cuando quiere populista) y no da la imagen de ser el político de turno que quiere buscarse un ‘puestecito’ en Bruselas para retirarse, sino que se le ve como quien quiere ir por convicción, porque es allí donde está a gusto y donde ha estado muchos años trabajando, que es lo que valora el votante.

   Si al final es candidato, gana el PP, pero pierde la agricultura y la ganadería española. Podrá tener muchos detractores, que los tiene, pero nadie duda de que como ministro del ramo ha sido de lo mejor que ha habido en muchos años. Se estará de acuerdo o no con sus decisiones, pero se le reconoce que, por lo menos, las ha tomado, aunque le haya costado más de un pulso y enfado con sus compañeros de partido en algunas comunidades autónomas. En dos años ha puesto en marcha más iniciativas para el campo español que muchos gobiernos en varias legislaturas y en estos tiempos convulsos donde lo fácil (y lo lógico) es salir a la calle para protestar ha conseguido que las manifestaciones de agricultores y ganaderos no vayan contra él (al contrario, se le reconoce siempre su labor de mediación) sino contra otros Ministerios, como el de Industria.

   Y ese es el segundo gran error sobre su futuro, que no está claro que el Gobierno de Mariano Rajoy pueda permitirse su salida, ya que quedan sobre la mesa poner en práctica muchas de las iniciativas que ya ha marcado Arias Cañete y los cambios, ya se sabe, nunca son buenos. No seré yo quien le diga al presidente del Gobierno lo que debe o no hacer (entre otras cosas porque dudo que me lea o le interese mi opinión), pero si me preguntaran yo lo dejaría donde está, para pena del propio Miguel Arias que sé que le gustaría cerrar su carrera política en Europa. Y si tienen que llevárselo, que por lo menos no paguen favores ni se piense en el partido, sino en el campo español, en lo que se ha hecho y en lo que queda por hacer. Apostar por ‘reciclar’ a un o una política ajena a la realidad de este sector para darle una salida política no es lo que necesita el campo sector.

   Arias Cañete siempre dice que el PP tiene un gran “banquillo”, pero recientemente recalcaba que también lo había en “su” Ministerio. Si se tiene que ir  que, por lo menos, se mantenga una línea de continuidad de verdad, con alguien que ya sabe qué se está haciendo, en lugar de apostar por un nombre ‘glamuroso’ de la política nacional.

   En el Magrama hay mucha gente muy preparada para seguir la labor de Arias Cañete como para dejar una cuestión tan delicada como es el sector agrario en manos de un político.

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