Esta medida favorecerá, en opinión de esta organización agraria sobre todo a los viticultores que están en este segundo caso, en el de la transformación, principalmente a los que tienen la plantación en áreas ZEPA y que, para adaptar su explotación a la distancia exigida tenían que arrancar parte de la misma. Esto es así porque, tradicionalmente, el cultivo de vid en vaso en Castilla-La Mancha guarda una anchura entre filas de entre 2,50 y 2,80 metros, lo que hacía inviable su adaptación a los 3 metros exigidos manteniendo la misma masa vegetal.

   Asaja de Toledo valora positivamente la celeridad con la que la Consejería de Agricultura ha subsanado este problema que, además, favorece la mecanización y modernización de las explotaciones vitícolas sin descuidar los criterios medioambientales.

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