En concreto, Nestlé ha decidido suspender la distribución de todos los productos elaborados de vacuno suministrados por la alemana H.J. Schypke, subcontratista de su proveedor JBS Toledo N.V., por contener trazas de ADN de caballo superiores al 1%.

    La multinacional aseguró en un comunicado que no se trata de un asunto de seguridad alimentaria, pero añade que el error en el etiquetado supone que los productos "no reúnen las exigencias de calidad muy altas que los consumidores esperan de nosotros".

    El secretario general de la Asociación Profesional de Salas de Despiece y Empresas Cárnicas (Aprosa-Anec), Manuel González, ha recordado hoy a Efeagro que el proveedor de Nestlé debería haber cumplido con el contrato de especificaciones y, si no lo ha hecho, sería el responsable de un presunto fraude al consumidor, pero que no estaríamos ante un problema de seguridad alimentaria.

    González ha apuntado que en este tipo de contratos entre firmas agroalimentarias y sus proveedores figuran, entre otros, los ingredientes y aditivos que deben contener los productos que les entregan para la posterior venta.

    En una ficha técnica se detallan exactamente qué porcentajes de carne, sal, especias o grasas deben contener, añade. Además, en el etiquetado del alimento debe figurar la composición nutricional y, si se indica "cien por cien vacuno", nunca debe contener mezcla de otras especies, lo que sería un fraude. "Sanitariamente no hay peligro, puesto que el caballo es una especie doméstica sometida a controles veterinarios", remarca.

    Preguntado sobre quién debería asumir posibles demandas de consumidores individuales o de sus asociaciones que se sientan perjudicadas o de eventuales sanciones, el secretario general ha apuntado que los compradores "a quien conocen" es a Nestlé, y contra ésta podrían dirigirse, si bien la multinacional debería trasladar responsabilidades al fabricante que le suministró la pasta cárnica.

    Por su parte, el responsable del sector carne de vacuno de Coag, Alberto Gracia, ha recordado a Efeagro que el consumidor español tiene claro que estos problemas son de fraude en el etiquetado pero que no se trata un alimento "insano". En su opinión, no debería variar el comportamiento de los consumidores en el mercado ni dañarse las ventas de los cárnicos, aunque reconoce que estas noticias "nunca vienen bien".

     Para Gracia, si aparece carne de caballo en alimentos etiquetados como vacuno, la materia prima debe ser importada porque en España no existe una producción masiva ni es una carne precisamente barata. Más bien al contrario, "para mi comerla es un lujo. Su precio es superior aquí a la ternera", esgrime.

    Los productos retirados de la venta en España e Italia por la multinacional de origen suizo son los ravioli y tortellini de carne Buitoni, además de la lasaña a la boloñesa producida en Francia para negocios de restauración colectiva.

    En las últimas semanas se ha descubierto el uso de carne de caballo en lugar de vacuno en comidas preparadas comercializadas en varios Estados miembros de la UE, entre ellos Alemania, Francia y el Reino Unido, lo que ha dado lugar a la retirada de varios productos.

    En España, la OCU dio la voz de alarma con anterioridad a la retirada de estos productos Buitoni e hizo públicas pruebas de detección de ADN de caballo en hamburguesas envasadas y dos marcas de la distribución comercial dieron positivo, según sus denuncias.

    Por su parte, los productores locales y ecológicos "revindican" la trazabilidad de lo alimentos y la distribución en canales cortos.

    En un comunicado, el colectivo EsDeRaiz  asegura que “este enésimo escándalo alimentario viene a demostrar los riesgos de “transnacionalizar” la elaboración de alimentos como si fueran coches.  Expertos, productores y comercializadores españoles de carne y derivados cuestionan la actual industria y la distribución alimentarias en su conjunto y recuerdan la conveniencia de una trazabilidad real de los productos y de canales de comercialización más cortos y controlables”.

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