El sector del cerdo ibérico y sus producciones asociadas vuelve a estar en el centro de la discordia. En esta ocasión ha sido la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico, (ASICI) quien ha avivado nuevamente la polémica tras filtrarse las descompensadas y sospechosas cifras de sacrificios de porcinos ibéricos de bellota que se han alcanzado durante la montanera correspondiente al ejercicio 2016/17.

Además del arraigado intervencionismo que ejerce el Ministerio de Agricultura, el peso restante del sector recae directamente sobre el acorazado duopolio comandado por ASICI, que centraliza el control sobre la industria productora y transformadora, y la Asociación Española de Criadores de Cerdo Ibérico, (Aeceriber), oficializada como asociación de raza pura que maneja la rama ganadera, y tiene trasferida la gestión del Libro Genealógico de manera vitalicia, por expresa delegación del Ministerio de Agricultura.

Ambas asociaciones, asentadas en la localidad de Zafra (Badajoz), no sólo figuran hermanadas por su pertenencia al mismo ámbito pecuario y laboral, sino que varios de sus jerarcas ocupan puestos de liderazgo dentro del organigrama de su vecina gremial.

UNA INTERPROFESIONAL DEL IBÉRICO QUE ‘DESPRECIA’ LA RAZA PURA Y PROMOCIONA solo LOS PRODUCTOS COSECHADOS DE CERDOS HÍBRIDOS, ARTIFICIOSAMENTE DENOMINADOS IBÉRICOS

ASICI, figura reconocida desde el año 1999, por el Ministerio de Agricultura, como una asociación interprofesional agroalimentaria sin ánimo de lucro, que tiene entre sus más sobresalientes objetivos “la representación y la defensa de los intereses comunes de los ganaderos e industriales del sector del cerdo ibérico (…)”. Añadiendo a todo ello, con un enfoque más específico, “la defensa de la raza ibérica pura”, según disponen explícitamente varios artículos de sus estatutos y su decálogo de globales finalidades.

Para el cumplimiento y la consecución de estos francos propósitos, ASICI directamente precisa “que promoverá la pureza de la raza ibérica, controlando los cruces a niveles que garanticen la pervivencia de la cabaña ibérica y la especificidad de sus productos”.

Pero el hecho cierto es que entre el tropel de miembros que pueblan la cúpula directiva de ASICI se encuentran organizaciones sindicales y corporaciones ganaderas que practican la cría y engorde de animales híbridos, fruto del cruce reproductivo entre teóricas hembras de la raza ibérica (431.000 reproductoras han sido encajadas en el Libro Genealógico de Aeceriber sin tener la requerida pureza genética) y machos en todo o en parte de la raza duroc, –mestizajes que polarizan en la actualidad el quimérico sector del ibérico en España–, además de un gran número de industriales que basan su actividad empresarial en la producción, transformación y comercialización de elaborados cárnicos que obtienen de la canal de estos ejemplares cruzados.

En el fondo, las consecuencias directas de estos consolidados desmanes raciales, –frontalmente incompatibles con los sólidos e irrenunciables propósitos que preconiza y reivindica la interprofesional sectorial–, desembocan en unas sonoras campañas de publicidad, diseñadas con un marcado carácter comercial, mediante las cuales ASICI antepone abiertamente la promoción de este tipo de animales híbridos y alienta el consumo de estos productos pseudoibéricos, desechando intencionadamente cualquier referencia al cerdo ibérico puro y sus piezas nobles.

De manera análoga, tras estas estudiadas operaciones de marketing, se esconde un hecho que refleja claramente la tergiversación de la información que ASICI difunde al consumidor. La interprofesional sobrepasa de manera flagrante los límites establecidos por la normativa de aplicación, al afirmar en su sitio web, “que los jamones ibéricos proceden de porcinos de raza ibérica, única en el mundo, originaria de la península ibérica”, cuando la inmisericorde realidad demuestra que casi el 90% de los jamones agregados a la denominación de raza ibérica durante más de una década, han sido obtenidos de la canal de este tipo de animales híbridos.

Según subraya el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España, la raza porcina ibérica figura constituida únicamente por cinco variedades intrarraciales: Retinto, Entrepelado, Torbiscal, Lampiño y Manchado de Jabugo, por lo que el animal resultante de los referidos mestizajes reproductivos entre miembros de la raza ibérica y la duroc no se encuentra formalmente registrado entre las variedades que en su conjunto conforman el exclusivo grupo étnico de esta específica y diferenciada raza autóctona.

Los últimos datos disponibles, difundidos por Agricultura, ponen igualmente de relieve la falseada retórica que enfatiza ASICI, ya que durante el ejercicio 2015/16 (al igual que viene sucediendo durante la última década) se sacrificaron más de 2,5 millones de ejemplares cruzados, y tan solo 279.925 cochinos de la autóctona y soberana raza ibérica.

UN MONOPOLIO DONADO POR AGRICULTURA QUE PROPORCIONA MILLONARIOS INGRESOS A UNA INTERPROFESIONAL ENFRENTADA A LAS DENOMINACIONES DE ORIGEN

Este frenético volumen de sacrificios, (según el inventario presentado por ASICI, durante la recién finalizada campaña 2016 se han sobrepasado ampliamente los 3 millones de animales, computando todas las categorías comerciales) se traduce en unas millonarias cifras de ingresos para las arcas de la interprofesional, de ahí que sus mandatarios estén más concentrados y empeñados en incentivar los modelos de cría intensiva a base de piensos, que en atajar las malas artes que en materia de etiquetado aún a día de hoy muchos de los operadores de la cadena de producción y comercialización continúan poniendo en práctica con total impunidad.

Al “capataz del poderoso lobby sectorial”, no le hace falta buscar clientela (ya se encarga el Ministerio de Agricultura de ‘cebarle’ con un monopolio legal) para fortalecer su cuenta bancaria. La principal fuente de ingresos de ASICI, (además de las jugosas subvenciones públicas que se embolsa, circunstancia que comparte con su aliada sectorial y regional, Aeceriber) proviene de la exclusiva distribución de los precintos de colores (las célebres bridas de Cañete) que deben incorporar obligatoriamente todas las piezas de jamón y paleta etiquetadas bajo el paraguas de la nueva norma de calidad del ibérico.

Teniendo en cuenta el desglose de precintos, –documentado recientemente por ASICI–, durante el trienio 2014-2016 se han colocado en los mataderos españoles, casi 33 millones de bridas de distintas variedades comerciales.

Con la puesta en marcha de la renovada reglamentación sectorial, todos los animales sacrificados artificiosamente como ibéricos se ven gravados igualmente con otro canon adicional que supuestamente ASICI invierte –entre otras finalidades– en la promoción del sector y en mejorar la trazabilidad y la calidad de los productos, amén de reforzar el cumplimiento de la norma de calidad.

Hasta ahora, la aportación obligatoria fijada por la extensión de norma del ibérico, era de 0,20 céntimos de € por cabeza sacrificada, pero tras expirar su plazo de vigencia durante las próximas cinco campañas la nueva cuota (aprobada por Agricultura) que deberán abonar los operadores, sube hasta los 0,50 céntimos.

Números en mano, los sacrificios totalizados por ASICI, entre los años 2014 y 2016 se sitúan muy por encima de los 8 millones de ejemplares, por lo que la dimensión del montante recaudado solo por este capítulo es sencillamente abrumadora.

Este afán recaudador ha agrietado la relación entre ASICI y las cuatro DOP del ibérico. El desencuentro se ha plasmado en un recurso presentado de manera conjunta por sus consejos reguladores –actualmente en fase de instrucción en la Audiencia Nacional– en contra de esta novedosa imposición recaudatoria que resta competitividad a los elaborados cárnicos tutelados por estos sellos de calidad diferenciada.

Fuentes jurídicas consultadas por Agroinformación y conocedoras del litigio planteado, cuestionan la legalidad de este gravamen suplementario según el principio de prelación normativa imperante en la Unión Europea y la diferencia entre productos regulados por una reglamentación comunitaria (todas ellas figuran inscritas en Bruselas dentro del registro de denominaciones de origen protegidas) y otros incluidos en una legislación nacional de inferior rango normativo.

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