EFE.- No obstante, según Alexander Nepomuceno, uno de los científicos responsables de la investigación y miembro de la Embrapa, no se tiene todavía una fecha determinada sobre cuándo este tipo de tecnología estará disponible para la producción.

«No hay una fecha, la tecnología está ahí pero faltan algunos resultados además de los pertinentes estudios de bioseguridad», comentó Nepomuceno en declaraciones a Efe.

La investigación se enmarca en los esfuerzos de Brasil por crecer dentro del sector de los transgénicos y está realizada en colaboración con diversas instituciones japonesas.

Actualmente, de acuerdo con el investigador, se están realizando «pruebas de campo» para observar su evolución y comprobar la resistencia de estos nuevos cultivos.

Este tipo de soja genéticamente modificada podría aumentar notablemente la producción de este cultivo en Brasil, uno de los pocos países del mundo en el que se pueden realizar dos cosechas anuales.

Sin embargo, la zona sur de Brasil -principal región productora de soja del país- sufre con frecuencia sequías pertinaces que minimizan la producción.

Este año, Brasil enfrenta a uno de los veranos más cálidos de su historia, lo que tiene un efecto directo sobre la producción agrícola.

Los planes de los investigadores prevén que una vez terminada la investigación la patente quedé en manos de la institución y, así, «poder licenciar a varias empresas para que comercialicen el producto final», apuntó Nepomuceno.

De este modo «el precio será más bajo», según señaló el jefe de Transformación de Tecnología de Embrapa, Alexandre José Catellán.

Catellán también destacó que el proceso de investigación «es muy caro» por lo que es necesario que exista un «retorno económico», razón por la que venderán este tipo de tecnología a las empresas comercializadoras.

Brasil, actualmente segundo productor mundial de transgénicos, cuenta con un organismo colegiado, la Comisión Técnica Nacional en Bioseguridad (CTNBio), responsable por la aprobación de cualquier producto genéticamente modificado que sale al mercado.

Ese organismo, colegiado y multidisciplinar, presta apoyo técnico consultivo al Gobierno federal y será el responsable último de autorizar el nuevo producto que podría situar a Brasil a la cabeza de la producción transgénica de soja.

Así, Brasil se suma a la carrera iniciada por las grandes multinacionales en busca de un producto que podría revolucionar el mercado y también otorgar un notable avance en la investigación transgénica mundial.

En este sentido, Brasil consiguió colocarse hace dos años a la cabeza de la investigación mundial cuando la estatal Universidad de Sao Paulo (USP) desarrolló los primeros mosquitos transgénicos.

Con la intención de combatir el dengue, estos mosquitos alterados genéticamente y liberados en las zonas más afectadas por esta enfermedad en Brasil eran machos estériles, lo que garantizaba evitar su reproducción.

Al reducir la población de mosquitos, la transmisión de la enfermedad se reduce notablemente, recordó Nepomuceno.

Sin embargo la suelta de estos mosquitos fue duramente criticada por grupos ecologistas, tradicionalmente contrarios a la experimentación transgénica, ya que, en su opinión, no se habían realizado pruebas suficientes.

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