ASAJA considera que el mejor destino de los purines, tanto desde el punto de vista medioambiental como de la sostenibilidad del sector agroganadero, es su utilización como fertilizante orgánico, pues siguiendo las pautas establecidas para una aplicación correcta no ocasionan perjuicios dignos de mención y por el contrario fertilizan el suelo agrícola de forma eficiente y barata, aportando la mayoría de los nutrientes que necesitan las plantas.

    No obstante, estas plantas de tratamiento de purines, de las que hay un número considerable en distintas provincias de la Comunidad Autónoma, "cumplen una función muy interesante en el caso de explotaciones de porcino que no tienen una base tierra, en  zonas con alta concentración de granjas, o donde por razones de población o de otra índole hay restricciones especiales para el abonado orgánico de las parcelas".

   ASAJA cree que las plantas de tratamiento "deben de hacer un mayor esfuerzo para abaratar costes y ser competitivas, y el Estado y las comunidades autónomas han de desarrollar un plan de viabilidad para estas industrias, apoyándolas si fuera necesario con fondos públicos".

  Asimismo, recuerdan en su nota que en muchos países europeos la producción de biogás en las granjas es una fuente de ingresos que se suma a los obtenidos por la venta de la carne o la leche, ya que los agricultores y ganaderos tienen ventajas en la explotación de las energías renovables.

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