"El Ebro -según Vila- es un río con unos indicadores frágiles que debemos conservar entre todos" y por eso ha anunciado que su departamento estudia si el caudal mínimo de 3.220 hectómetros cúbicos anuales aprobado por el tramo final del río contraviene la legislación de la Unión Europea.

    El conseller ha asegurado: "contestaremos con toda la contundencia por la vía administrativa", tras denunciar que el umbral mínimo aprobado se encuentra a una distancia "descomunal" de los 7.000 hectómetros cúbicos anuales que defiende el Gobierno catalán.

    Vila considera que la fijación de este caudal mínimo responde a las demandas de agua en la cuenca del río para abastecer los nuevos regadíos proyectados.

    El Plan Hidrológico del Ebro prevé pasar de 965.000 hectáreas de regadíos a 1,41 millones, con un aumento estimado del consumo de agua de 7.880 hm³ anuales (un 55% de la aportación natural del Ebro) a casi 10.000 hm³ (casi el 70 % del agua de la cuenca).

    Según la Generalitat, el incremento de regadíos "compromete el agua disponible en los tramos más bajos del Ebro y también su calidad, muy amenazada con el incremento de la concentración salina".

    Vila cree que el mínimo fijado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente "no tiene en cuenta los requerimientos ambientales reales del tramo más bajo de la cuenca y el papel de sus caudales con respecto al freno a la intrusión salina y al aporte de sedimentos y nutrientes".

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