EFE.- Así lo explicó hoy a periodistas en la inauguración de la Primera Conferencia Internacional de Biocombustibles en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias el director de Planeación, Desarrollo e Innovación de la Federación Nacional de Biocombustibles, Carlos Mateus.

«Hay proyectos para el 2014-2105 de subir la capacidad instalada de producción en un 50 % para etanol y en un 60 % para el biodiésel con el fin de atender el mercado nacional, de buscar mayores mezclas en ese mercado y apuntar a mercados internacionales», afirmó Mateus.

La industria de los biocombustibles comenzó a rodar en Colombia a partir de leyes sancionadas a principios de la década pasada y desde entonces la capacidad instalada de producción del biodiésel ha crecido de 450.000 toneladas a 600.000, mientras que la del etanol ya se encuentra alrededor de 1,2 millones de litros diarios.

La aspiración es incrementar la capacidad instalada del biodiésel en 300.000 para finales de este año y duplicar la del etanol en este mismo periodo gracias a la puesta en marcha de dos proyectos de las empresas Ecopetrol Bioenergy y la azucarera Riopaila.

Según explicó, la metodología europea revela que el biodiésel producido en Colombia ahorra el 83 % de las emisiones de gases causantes del efecto invernadero mientras que la disminución es del 74 % para el etanol, pero de acuerdo con los sistemas de medición estadounidenses la reducción es del 19 % y ese país marca un umbral del 20 % para la importación.

La prioridad de Colombia es llegar a ser autosuficiente en materia de combustibles tanto fósiles como de origen vegetal, y por eso proyecta lograr mezclas con combustibles fósiles tanto en el caso del etanol de la caña de azúcar como en el del biodiésel de palma de aceite del orden del 20 ó 25 % en 2020.

Este porcentaje de la mezcla está establecido para cada zona de Colombia por los ministerios de Minas y de Medio Ambiente, y en este momento ronda el 10 % en el país y el 8 % en Bogotá.

Para Mateus, Colombia puede cumplir todas esas metas siempre que haya voluntad política, porque si bien «el mundo de los biocombustibles es un club muy exclusivo» de países del mundo, este tiene una ventaja considerable: un margen de tres millones de hectáreas de tierra adicionales en las que se podría sembrar caña de azúcar o palma de aceite.

En Colombia actualmente se produce etanol con caña de azúcar y estudia hacerlo con yuca brava, mientras que el biodiésel se genera con aceite de palma.

De acuerdo con los datos de Fedebiocombustibles, en Colombia más de 300.000 personas dependen de esta industria, el 85 % de ellas en el campo, y mientras la producción de biodiésel genera unos 60.000 empleos anuales, la del etanol da trabajo a más de 22.000.

Mateus identificó a los biocombustibles como un posible polo de transformación agraria ligada al proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, a pesar de que esta industria ha sido cuestionada por privar grandes extensiones del cultivo de alimentos e incluso ha estado vinculada a algunos episodios del conflicto.

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