Pero mucho han cambiado las cosas y para peor. Llevamos unos años en el medio rural donde la delincuencia campa por sus respetos, se han asaltado la mitad de las casetas de riego de la comunidad valenciana y de Castilla-La Mancha, se han tirado transformadores eléctricos al suelo, arrancado los cables de cobre y hasta los de aluminio, robado los motores de riego, tractores y maquinaria, ganado y por supuesto cosechas, aceitunas, uvas, tomates, naranjas melones…etc.

   Es verdad que siempre, ha habido un pequeño porcentaje de riesgo de delincuencia en el medio rural, esto es cierto, pero los niveles actuales han acabado con la tranquilidad en muchos pueblos y casas de campo, llegando los delincuentes, en algunos casos extremos hasta el asesinato, como ocurrió con un humilde pastor en la Mancha al que mataron a palos porque los delincuentes suponían, que no quería entregar su paga cuando en realidad no la tenia.

   No es descartable tampoco que algunos de los incendios provocados en las islas y en otros lugares de la península, tengan como origen la intención de atraer a las fuerzas y cuerpos de seguridad hacia unas zonas, para a continuación en algún punto distinto proceder al robo, o al tráfico de sustancias ilegales, indicios de ello hay y así nos lo han sugerido desde distintos puntos de la geografía española.

   Lo más fácil para los políticos, es decir que se deben endurecer las penas, me parece bien, pero algunos caen en la trampa de creer que con un par de líneas más en el código penal este asunto se arregla, y eso es rotundamente falso.

   Si los alcaldes no acaban de comprender que la policía municipal no está solo para proteger la joyería del pueblo, la sucursal de la caja (en la que por cierto ya no hay un duro) y poner multas de tráfico, no adelantaremos nada. Proteger los bienes y servicios y la seguridad de los habitantes de un pueblo, es algo más amplio de lo que hasta ahora, en épocas de baja delincuencia, se ha entendido.

   Si la guardia civil no tiene medios, ni siquiera para poner gasolina a los coches que patrullan las zonas rurales, si cualquier pequeño incidente, como que un vehículo abolle la aleta de otro, requiere la inmediata presencia de la guardia civil en la carretera comarcal y sirve para desviar la atención de otras actividades, no avanzaremos gran cosa en mejorar la seguridad.

    Asegurarse de contingencias es siempre conveniente, pero dadas las incidencias existentes ya hay compañías que cobran precios escandalosos por asegurar destrozos o robos de un pozo con su motor y transformador, o un ganado de una vivienda, incluso directamente dicen que no los aseguran.

   Pasos atrás importantes se han dado pues en la seguridad y en la tranquilidad en el medio rural. Probablemente sólo se resolverán totalmente cuando seamos capaces de construir sociedades mas justas donde todo el mundo tenga empleo y una base mínima de supervivencia, y la delincuencia del robo “del menudeo” del cable de cobre, del motor, de la moto sierra, de los 20 corderos, sea más una anécdota en lugar de algo cotidiano.

   Aunque los agricultores y ganaderos tomemos todas las medidas a nuestro alcance para prevenir y evitar estos hechos, la solución no debe ser que nos convirtamos en vigilantes, policías o guardas y agrupados en patrullas buscar al delincuente.

   Las autoridades deben garantizar los bienes y servicios de los ciudadanos además de su seguridad personal y considerar este asunto como prioritario. Hasta ahora no lo están haciendo en la medida adecuada y de seguir así, acabaremos como ni queremos, ni debemos, como en las ciudades sin ley y en el lejano oeste, con patrullas de vigilancia compuestas por los ciudadanos y con el revolver al cinto.

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