De esta manera, se ha logrado dar un elevado valor añadido a un residuo que para el citado proyecto europeo constituye el cien por cien del aporte de materia prima para la producción de plástico biodegradable.

   En el proceso de elaboración del "bioplástico", se parte de una bacteria que se alimenta con azúcares extraídos de la paja de trigo y que sintetiza el innovador material, lo que significa que en el interior de su organismo convierte el azúcar en este plástico biodegradable.

   Del mismo residuo agrícola se consiguen extraer nanomateriales, como las nanofibras de celulosa y las nanopartículas de lignina, que constituyen el aditivo clave para mejorar las propiedades del material y que hacen posible su utilización en sectores como el de la electrónica o la fabricación de electrodomésticos de gama blanca.

   Hasta el momento, los socios de BUGWORKERS han logrado buenos resultados en la eficiencia del proceso, que ahora se va a llevar a escala industrial.

   "Es necesario un alto rendimiento en el proceso de síntesis de bioplástico mediante el uso de bacterias para poder hablar de un producto competitivo a nivel de costes, y en BUGWORKERS se están consiguiendo resultados muy positivos en este respecto", ha afirmado la coordinadora técnica del proyecto en AIMPLAS, Ana Espert.

   El Instituto Tecnológico del Plástico, ubicado en Valencia, es un Centro de Innovación y Tecnología (CIT) reconocido por la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología y pertenece a la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (REDIT) y a la Federación Española de Institutos Tecnológicos (FEDIT).

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