Además, este cambio afecta especialmente en una comunidad como Castilla y León, con un sector muy profesionalizado y escasa agricultura a tiempo parcial.

Trabas y más costes para los afectados

    A parte de los cambios de tributación, ASAJA señala como principal inconveniente de tener que renunciar al sistema de módulos la dificultad que entraña que en estimación directa se cuente con facturas de cada proveedor, “algo muy difícil en casos como el arrendamiento de tierras”.

     Además, hay que contar con un gasto añadido, puesto que el agricultor y el ganadero afectado deberán contar con un servicio de gestión externo para tramitar el alto volumen de “papeleo”.

     El sistema de módulos es el elegido por la mayoría de los agricultores de nuestra Comunidad Autónoma. Se basa en la aplicación de unos índices de rendimiento neto (módulos) sobre los ingresos (fundamentalmente ventas y subvenciones) para obtener la renta de los agricultores. Estos índices teóricos, que varían entre 0,13 y 0,56, son específicos de cada actividad agraria y reflejan la rentabilidad de la misma.

     ASAJA defiende la permanencia de este sistema por ser “cómodo y sencillo de aplicar”, prueba de ello es que la cifra de declarantes ha permanecido constante desde la implantación del sistema a finales de los años noventa.

     Respecto al resto de medidas fiscales, ASAJA valora positivamente que no se haya elevado más el IVA, impuesto que altera gravemente el consumo y la demanda de alimentos.

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