EFE.- En un comunicado, la Universitat Politècnica de Valencia (UPV) ha informado sobre este avance que "podría tener aplicaciones futuras en el sector agronómico", como el cultivo de cereales.

Llevada a cabo por investigadores del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas IBMCP, centro mixto de la UPV y el Consejo de Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), los resultados de esta investigación han sido obtenidos en colaboración con investigadores de la Universidad de California.

Desde la UPV se augura que en un futuro se podrá modificar "de manera sutil" el patrón de crecimiento de las plantas para aumentar o reducir su tamaño final.

Este descubrimiento "podría tener aplicaciones agronómicas a largo plazo, como en el cultivo de cereales, así como en la producción energética mediante biomasa", han señalado las fuentes, al mismo tiempo que han comentado que los resultados de esta investigación se publican en la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences PNAS.

La vida de los animales y de las plantas sigue un patrón temporal diario adaptado a los ciclos normales de luz y oscuridad que impone la rotación de la Tierra.

Las plantas no crecen de manera continua a lo largo de todo el día, sino que concentran el crecimiento preferentemente al final de la noche y el principio del día. Después, dedican el resto del tiempo a realizar fotosíntesis y redistribuir los recursos energéticos generados.

El científico del CSIC y miembro de uno de los recientemente constituidos Microclusters de Investigación de VLC/CAMPUS, Miguel Blázquez, ha explicado que "se sabe que el patrón rítmico de crecimiento diario depende del funcionamiento de un reloj interno que poseen todas las células vegetales".

Asimismo, ha añadido que "se sabe también desde hace tiempo que unas hormonas, las giberelinas, son indispensables para que las células vegetales se expandan"; sin embargo, ha resaltado, "no se sabía hasta ahora cómo se acoplan el reloj y las giberelinas para generar un patrón robusto de crecimiento".

Según han detallado, una forma imaginable de coordinar las órdenes del reloj con las giberelinas sería "supeditar la síntesis" de éstas a la actividad del reloj: "Es decir, que la síntesis de giberelinas siguiera un patrón rítmico coherente con los picos de crecimiento", por lo que, a ciertas horas del día se sintetizarían más giberelinas que a otras.

Sin embargo, el equipo de investigación liderado por el CSIC ha encontrado un mecanismo alternativo.

"En realidad, el reloj determina que la presencia de los receptores de giberelinas en las células oscile rítmicamente, con mínimos durante el día, y máximos durante la noche. De esta manera, las plantas son más sensibles a las giberelinas al final de la noche, se activa la ruta de señalización entonces, y es en ese momento cuando crecen las plantas", ha afirmado Miguel Blázquez.

Esta observación apunta a un posible punto de control sobre el que incidir con el fin de modificar el patrón temporal de crecimiento de las plantas, teniendo en cuenta que la capacidad de percibir las giberelinas varía a lo largo del día.

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