EFE.- Con este método, se colocan difusores en el campo que emiten la feromona sexual de la hembra de la especie que se quiere tratar.

El macho no es capaz de localizarla por la gran cantidad de feromona que hay en el medio, la hembra no será fecundada, no pondrá huevos y no habrá larvas que se coman la uva, ha detallado el Consejo Regulador en un comunicado, en el que recuerda que se trata de una "técnica inocua, ecológica y que no afecta, ni interfiere con otras especies presentes" en el territorio.

Desde el año 2009, la Denominación de Origen Protegida Cariñena ha apostado por este innovador proyecto de control de la principal plaga de la viña, la polilla del racimo.

Lo iniciaron las bodegas Grandes Vinos y Viñedos y San Valero; "se empezó con pequeñas superficies para concienciar a los viticultores y para que lo conocieran, y el año pasado ya se llegó a 2.600 hectáreas y participaron 14 bodegas", según el responsable del Departamento Técnico-Atria de Cariñena, Jesús Isiegas.

La principal finalidad de este sistema es racionalizar el uso de fitosanitarios, mejorar la prevención del medio ambiente, reducir la huella de carbono, garantizar la seguridad alimentaria e incrementar la calidad final de los vinos.

Si a este objetivo se une el resto de la Denominación, se puede tener todo el viñedo de Cariñena controlado bajo estos sistemas sostenibles y ecológicos de gestión de plagas, han apuntado desde el Consejo.

Han detallado que es un beneficio "fundamental" para la mejora de la calidad de la cosecha, ya que al evitar el daño de la plaga la uva llega al final de la maduración en perfectas condiciones.

"La reducción de las pérdidas de cosecha asociadas a esta plaga y la preservación del medio natural y mejora de los ecosistemas agrícolas son otros beneficios a tener en cuenta", han añadido.

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