Hispagua.- No hay cifras exactas del número de cooperativas y comunidades de usuarios que hay actualmente en Siero. Los diferentes cálculos oscilan entre 19 y una treintena. Tampoco está claro el número de usuarios que suman: un informe encargado en 2009 por el Ayuntamiento de Siero a una consultora externa habla de que entonces unos 5.500 sierenses dependían de estas entidades. Pero un mero repaso a las cooperativas de mayor tamaño deja en evidencia esta estimación.

«Sólo viendo los contadores que nosotros llevamos, en Siero hay mucho más de 5.000 vecinos dentro de las cooperativas», afirma a este respecto Hipólito García, de la cooperativa de aguas de Feleches, Collado y Aramil, la más grande de España, que tiene en la actualidad 1.228 contadores. Si se tiene en cuenta que cada contador suministra a una vivienda o un terreno, y se calcula una media de tres personas por contador, sólo esta cooperativa ya daría suministro a más de 3.600 personas.

Pese a este importante volumen de socios, la cooperativa, fundada hace más de medio siglo, nunca ha logrado acercarse a su objetivo: que el Ayuntamiento de Siero asuma la gestión del agua en estas parroquias. «Desde que yo estoy al frente han pasado por Siero cuatro alcaldes y ninguno quiso hacerse cargo», relata el presidente de la cooperativa, José Manuel Pidal.

Antes de la existencia de la cooperativa, los vecinos de estas tres parroquias se abastecían de agua por medios propios. «Esto se creó gracias a un grupo de vecinos que tuvieron las agallas de tirar hacia delante, haciendo hasta las zanjas para meter las tuberías», explica Hipólito García. En un primer momento, la entidad daba suministro sólo a Feleches, pero paulatinamente se fueron uniendo núcleos de Collado y Aramil, lo que supuso cuadruplicar el número de usuarios en unos pocos años.

Para gestionar este gran volumen de socios, la cooperativa cuenta con unos estatutos muy precisos, que determinan la actuación de los socios y la directiva y que incluso contemplan la imposición de sanciones, que pueden ir desde una multa hasta la expulsión de la cooperativa. Además, para hacer sostenible la red, si un nuevo socio requiere que se haga una acometida hasta su domicilio, él mismo ha de pagar la acometida, que luego pasa a ser propiedad de la cooperativa.

Pese a todo, la entidad no deja de crecer, ya que esta inversión inicial se amortiza rápidamente: «Sólo en Villanueva hemos hecho nueve acometidas en 13 años», explica García. Estas acometidas también benefician a otros usuarios que puedan instalarse en la zona, ya que con hacer un enganche pueden disponer de agua.

Los problemas básicos que tiene una cooperativa son, por un lado, de precios y por otro, de mantenimiento de la red. En lo referente a los precios, la mayor parte del agua de sus manantiales debe bombearse hasta depósitos en altura para realizar luego un suministro por gravedad. Esto provoca un importante gasto eléctrico, que es lo que incrementa el precio del agua. Para hacerse una idea: un usuario de la cooperativa de Feleches, Collado y Aramil puede estar pagando, al trimestre, entre 35 y 50 euros, mientras que el gasto de un usuario medio de la red municipal se puede situar en torno a los 20 o 25 euros.

En cuanto al mantenimiento, las cooperativas están haciendo frente a una ingente labor para sustituir las antiguas tuberías de fibrocemento, al tiempo que lidian con otros problemas derivados de las eventuales sequías o de averías. Algo que está padeciendo en la actualidad la cooperativa de Lieres, con más de 600 contadores, y que lleva un mes tratando de solucionar una misteriosa avería que deja sin agua, de manera aleatoria, a algunos usuarios.

«Desde el lunes, el suministro se ha normalizado. Pero ya hemos cambiado válvulas, purgado los depósitos y buscado el problema por toda la red, y no damos con él», explica el presidente de la cooperativa, Juan José Martínez. «La gente que tiene suministro municipal no sabe lo que es esto», concluye.

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