El turismo rural ecológico o ecoagroturismo, que "no es un fin, sino una forma de gestionar" tiene entre sus objetivos fundamentales fomentar y apoyar el compromiso por la conservación de los espacios naturales y el desarrollo rural de los territorios donde se asienta a través de un turismo responsable.

Filosofía asumida por la Fundación, que ya cuenta con 90 asociados entre casas rurales, albergues, cámping, hostales, empresas de agroturismo, entre otras, de todas las comunidades autónomas y donde tienen cabida, por ejemplo, la gastronomía ecológica o las actividades de ecoturismo.

Este tipo de turismo rural tiene mayores posibilidades de negocio, ya que se trata de un producto diferenciado que "está demostrando que funciona mejor" y que "llama la atención del público", que busca "implicarse en el entorno donde se ubica la casa rural, con su naturaleza, tradiciones, actividades".

Según Tejera, el turismo rural ecológico tiene un gran nicho de mercado entre los viajeros procedentes de Francia o Alemania, por ejemplo, aunque también entre los nacionales que, desde hace años, buscan otro tipo de turismo rural, realmente comprometido.

Ha recordado que en las dos últimas décadas ha habido una proliferación exponencial de alojamientos rurales, que ha crecido de forma desordenada, debido, en gran parte, a las subvenciones comunitarias que se concedían a este tipo de negocio.

De esta forma, se han abierto muchas casas rurales "sin criterio" y "sin un plan de negocio detrás" que están afectando a su rentabilidad e incluso se está planteando un escenario en el que algunas de estos alojamientos incluso tengan que verse abocados a cerrar.

Tejera ha puesto de manifiesto la excesiva dependencia de este tipo de turismo rural de la clientela nacional -solo el 12 % son extranjeros-.

Algunas de las razones por las que el turismo internacional apenas tiene peso en las casas rurales españolas, según esgrimen estos viajeros, se debe a "la poca profesionalización y el escaso nivel de idiomas" lo que unido a la sobreoferta -se da la paradoja de que hay tres casas rurales cada 100 kilómetros cuadrados-, son algunos de los aspectos que afectando a su rentabilidad.

Además, ha precisado que no todo el turismo rural es, "per se", sostenible, ni gestiona bien los recursos disponibles ni tampoco se implica en la mejora socioeconómica del entorno.

Y ha señalado que, por otro lado, tampoco es necesario viajar al Cono Sur o a África para "practicar turismo responsable", ya que la apuesta por destinos de proximidad, cuando te desplazas en coche, permiten además una menor huella de carbono que si viajamos, por ejemplo, en avión.

El ecoagroturismo es una "vector de fortalecimiento de las zonas rurales" que apuesta por una correcta gestión de los recursos, que se provee de productores locales y que fomenta la economía rural, toda una filosofía de negocio sostenible que no está reñida con la rentabilidad, asegura.

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