El pago verde ha logrado durante su trienio de aplicación (2015-2017) «una evolución interesante» de las explotaciones, ya que el monocultivo -«notablemente existente en 2014»- ha evolucionado hacia una mayor diversificación, con más número de cultivos.

Así se desprende del Informe 2017 sobre la aplicación del pago para prácticas agrícolas beneficiosas para el clima y el medio ambiente (pago verde o «greening»), del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA).

Los datos reflejan que en 2014, de las explotaciones sujetas a diversificación (176.507) el 14 % tenía un cultivo (24.175); y esa cifra se ha reducido en más de la mitad, hasta un 5 %, en 2017, con 8.322.

El número de dichas explotaciones que en 2014 tenían 2 cultivos, ha disminuido desde el 25 % (44.596) hasta el 11 % (17.743) en 2017.

Por el contrario, se ha incrementado el número de explotaciones que en 2014 tenían 3 o más cultivos -de un 61 % a un 85 % en 2017-.

«Supone un avance en lo que se refiere a la reducción del uso de fertilizantes».

En 2017, los agricultores han utilizado 748.897 hectáreas de cultivos fijadores de nitrógeno (CFN) para el cómputo del requisito de contar con un mínimo de un 5 % de superficie de interés ecológico (SIE) en sus explotaciones; dato superior al de la campaña anterior (cuando fueron 706.003 ha).

El documento destaca la importancia de mantener este nivel, ya que en su opinión «supone una mejora de la biodiversidad y un avance en lo que se refiere a la reducción del uso de fertilizantes».

Respecto a los barbechos sin producción (relevantes en términos de biodiversidad), que son computables también a efectos de SIE, en 2017 han bajado ligeramente a 964.389 hectáreas, frente a las 967.586 ha del año anterior.

Por otra parte, el FEGA resalta el papel de los pastos permanentes como secuestradores de carbono y hace hincapié en que en 2017 «ha tenido lugar un notable aumento de la superficie de pastos permanentes medioambientalmente sensibles designados en zona Natura 2000».

Contribuye a mejorar el contenido de materia orgánica de los suelos

La vigilancia y control eficaz de las exigencias de no conversión a otros usos ni su labranza «resulta esencial para el mantenimiento de estas superficies de gran valor, que constituye una práctica más a respetar para que los titulares de estos pastos puedan beneficiarse del pago verde», ha señalado.

Según los últimos datos disponibles existen 6.730.983,73 ha de pastos permanentes ubicadas en zonas Natura 2000, de los que se considera «medioambientalmente sensibles» una superficie de 2.613.227,92 ha.

Desde el punto de vista medioambiental y de la mitigación del cambio climático, según el FEGA, la aplicación de la ecologización influye de manera favorable en la reducción de la erosión de los suelos, al incidir en la mejora de su estructura por la introducción de diferentes cultivos.

Asimismo, contribuye a mejorar el contenido de materia orgánica de los suelos, lo que redunda en una mayor capacidad de retención del agua y un aumento de la biodiversidad, al introducir nuevas especies y variedades en las explotaciones, concluye el documento.

Este pago verde, que se aplicó por primera vez en 2015, tiene carácter anual y se concede por cada hectárea admisible vinculada a un derecho de pago básico, siempre que se respeten determinadas prácticas medioambientales.

Entre ellas figuran la diversificación de cultivos, el mantenimiento de pastos permanentes existentes y la obligatoriedad de contar con determinadas SIE en sus explotaciones.

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