Buscar variedades con más rendimientos y resistencia a plagas, enfermedades o las sequías también está en la mente de muchos.

     Después de años de constante modernización, España ha logrado récords en rendimientos (120 toneladas por hectárea), aunque los remolacheros no ven descabellado superar incluso estas cotas.

     Hasta 2020, al menos, los agricultores tienen estabilidad, con ayudas asociadas de la Unión Europea a las que pueden sumar las partidas autonómicas para el desarrollo rural, si así lo decidieran. Factores, estos últimos, que juegan a su favor, aunque los agricultores no las tienen todas consigo.

La Confederación Nacional de la Remolacha lo tiene claro: "Es una amenaza"


      Para el vicepresidente de la Confederación Nacional de Cultivadores de Remolacha (CNCR), José Manuel Díez Pemartin, el final de la cuotas es "una gran amenaza", porque "los costes de producción de Francia son muchos más bajos que los nuestros" y "aquí va a entrar azúcar a mansalva de otros países europeos".

     Díez apunta el riesgo de abandono del cultivo, sobre todo en Andalucía, y la creciente competencia de países remolacheros de la UE o incluso China y critica que Bruselas no permita apostar por los transgénicos, "lo que nos daría una gran capacidad de producción".

Para ASAJA, la clave será ver si el sector es realmente "eficiente"


     Mientras tanto, desde ASAJA en Castilla y León confían en que el sector en España sea capaz de aumentar superficies y producciones.

      Para avanzar en ese mayor abastecimiento, ASAJA considera que hay que reducir los costes, mejorar la calidad y la productividad: "Si no somos eficientes" se corre el riesgo de que Francia se quede con la mayor producción y con el abastecimiento español.

      Los remolacheros y Azucarera consensuaron un Acuerdo Marco Interprofesional de la remolacha para 2015-2020, con el que se dotan de un escenario estable para ambas partes ante los retos vecinos.

COAG, pesimita al tener que competir España con países con menos coste de regadío


      El responsable de remolacha de COAG, Fernando García, recuerda que siempre se han opuesto al final de las cuotas: "Creo que no será bueno para España, ni tampoco para Europa".

     García explica que España tendrá que competir con países como Francia, que no tienen los mismos costes de regadío, y suma otras incertidumbres porque, después de la última reforma comunitaria del sector -que redujo al 50 % la producción en España-, las ayudas de la Unión Europea sólo están garantizadas hasta 2020.

     "Sin ellas no produciríamos remolacha", detalla García, por los altos costes de insumos y el precio que obtienen por la raíz.

     Como "baza", España cuenta con cultivadores "muy profesionalizados" y altos rendimientos, lo mismo que la industria, aunque en este segmento, "tendrán que hacer reformas", sostiene. Como riesgo, COAG señala la competencia del azúcar de Brasil, India o Tailandia, en un mercado mundial donde "se librarán guerras terribles de las grandes multinacionales".

A UPA le precoupa el futuro, pese a reconcoer avances en el sectoir a nivel nacional


     "Hemos mejorado bastante nuestra situación, pero todavía tenemos unos costes de producción demasiados altos, y si no somos capaces de optimizarlos en los próximos 2 o 3 años, además de continuar con el aumento de los rendimientos la ausencia de cuotas puede acabar con nuestro sector productor", precisa desde UPA Ignacio Senovilla.

     A su juicio, "tenemos dos años para acercarnos a esa fecha en mejor situación. No podemos relajarnos ni un segundo, porque los competidores son muy fuertes y nosotros tenemos algunas debilidades muy importantes, como nuestro coste energético".

     Preguntado sobre si ve posibilidades de que España camine -algo al menos- hacia un mayor auto-abastecimiento de azúcar, dada su alto dependencia de las importaciones, Senovilla remarca que "todo dependerá del nivel de competitividad que alcancemos".

     "Ahora mismo tenemos muchos consumidores muy próximos a las factorías de producción de azúcar de nuestro país que se ven obligados a adquirirlo de otros países, porque no somos capaces de ofrecérselo. En este desafío, el sector debe contar con la ayuda de todas las administraciones implicadas", considera.

Entre los retos para el sector europeo, UPA alude a que la política comercial comunitario está basada en el establecimiento de amplios acuerdos comerciales, "que facilitan la entrada de productos agroalimentarios en la UE, obtenidos bajo modelos de producción, menos exigentes que los que se exigen a los remolacheros europeos".

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