unque su aprovechamiento como agua potable de abasto presenta muchas dificultades, resulta un agua de alta calidad para el riego. En este sentido,  el mar de nubes que baña las laderas del norte de las islas puede constituir una fuente de gran riqueza si es aprovechada, como ya hacían nuestros antepasados. Así, los cronistas de épocas pasadas relataban que esta labor ya la desarrollaban los antiguos pobladores de El Hierro, donde “en la parte más alta hay árboles que destilan siempre un agua hermosa y clara que se recoge en unos hoyos cerca de los árboles”.

 

    A través de este proyecto, que dirige el investigador Carlos Regalado, se está evaluando la aplicación práctica de diferentes sistemas de captura, sin embargo, conseguir destilar el agua de las nubes no es un tarea sencilla. Así, una nube del tamaño de una piscina olímpica contiene tan solo dos litros de agua líquida. Ello se debe a que la niebla está formada por gotas de muy pequeño tamaño, tan diminutas que por el ojo de una aguja podrían pasar hasta diez filas juntas de estas microgotas.

Se captura minúsculas gotas con unas mallas en zonas de niebla frecuente

    Para conseguir capturar estas minúsculas gotas se exponen mallas en zonas con niebla frecuente, con las que tropiezan las microgotas y se consigue que el agua precipite.

     Actualmente, se trabaja en la mejora y optimización de este sistema de recogida y en breve se pondrá en marcha una experiencia piloto en campo. De resultar viable, esta tecnología tendría una aplicación inmediata en zonas de medianías, fundamentalmente en cultivos hortícolas como la papa y sería exportable a otras regiones del mundo donde la niebla es frecuente y el acceso al agua difícil, con lo que Canarias podría convertirse así en un laboratorio de experimentación para la captura del agua procedente de nubes bajas.

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