No es la única batalla legal por las patentes citrícolas. En juego hay decenas de millones de euros y detrás de estos pleitos están los grandes operadores españoles, según recoge Javier Alfonso en www.eleconomista.es.

     El control sobre la producción y comercialización de variedades obtenidas en laboratorios se ha convertido en una de las claves, junto al tamaño de las empresas, para sobrevivir en un sector tan maduro como el comercio citrícola en Europa.

     Desde que la Unión Europea en 1994 y España en 2000 y 2005 regularon la protección de las obtenciones vegetales -las patentes agrícolas-, las grandes comercializadoras españolas han visto en el control de los plantones y la comercialización de determinadas variedades un gran negocio que van perfilando, últimamente con la compra de tierras para cultivarlas ellos mismos.

      Algunos invierten en I+D, normalmente con centros como el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (Ivia). Otros adquieren los derechos para España de variedades desarrolladas en el extranjero. El denominado obtentor de una variedad vegetal protegida tiene el derecho exclusivo a controlar la plantación y cobrar royalties por la venta de plantones y la comercialización de sus frutos.

Cuatro firmas controlan la ‘Nadorcott’

     La Nadorcott, originaria de Marruecos, la gestiona en España y Portugal la empresa Carpa Dorada, controlada por cuatro de los grandes operadores del mercado, Martivarro, Cañamás Hermanos, Vicente Giner y un cuarto no identificado.
Ellos pusieron en marcha la asociación Club de Variedades Vegetales Protegidas (CVVP) para gestionar los permisos.

     Este club ha demandado a decenas de agricultores, a los que por sentencia ha obligado a arrancar árboles por no haber sido autorizados, y ha advertido a los grandes distribuidores europeos de acciones legales si vendían Nadorcott sin la etiqueta que otorga la asociación.

     En 2013, CVVP fue sancionado con 5 millones de euros por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) por establecer "restricciones" a la comercialización, en concreto, por obligar a los productores y comercializadores a ser miembros del club. La sanción está recurrida ante la Audiencia Nacional.
La sentencia la ganó un nuevo actor, la Asociación de Operadores de Variedades Vegetales (Asovav), formada por pequeños productores de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) que cultivaban Nadorcott antes de que fuera registrada en 2006.

     Según el presidente de Asovav, Rafael Grau, "la asociación se formó para luchar contra lo que está pasando, y es que las variedades se las están quedando las grandes". Las patentes han irrumpido en un sector donde durante décadas los productores de todo el Mediterráneo se habían intercambiado variedades sin que nadie reclamara derechos de autor.

Una variedad muy rentable

      La licencia que tiene Carpa Dorada para la Nadorcott era para 2,2 millones de árboles, ya plantados, que dan una producción de unas 120.000 toneladas al año. El negocio que mueve, a precio medio de campaña, es de unos 65 millones de euros en el campo y 130 millones en almacén.

     En CVVP hay unos 600 productores y un centenar de almacenistas registrados, pero el grueso del negocio pertenece a los cuatro grandes, que además perciben 1,5 millones en royalties, según datos del blog Agrios Debates, del periodista Rafael Quilis.

     Según Grau, los altos precios que alcanza la Nadorcott se deben, más que a su calidad, a la fecha de maduración, ya que sale al mercado entre febrero y abril, justo cuando acaba la campaña de la clementina española.

     Algo que intentan aprovechar otras variedades exclusivas, como la Orri, la Queen o la Tango. Esta última, según todos los expertos consultados, es hija de la Nadorcott, pero de mejor calidad. Ante la amenaza que supone la autorización de la Tango, el presidente del CVVP, Luis Trujillo, ha advertido públicamente a los agricultores que decidan plantarla que "corren el serio riesgo de verse obligados a arrancar los árboles e incluso tener que indemnizar a los verdaderos propietarios de esta variedad protegida", tras detectar las primeras plantaciones en algunas comarcas.

     El club, que también gestiona la naranja navel M7, cuyo obtentor es una sociedad de Martinavarro, Cañamás y Vicente Giner, tiene inspectores recorriendo los campos para reclamar sus derechos.

El grupo AMC impulsa la ‘Orri’

     El segundo operador español de cítricos, el grupo murciano Antonio Muñoz (AMC), está detrás de la comercialización exclusiva de la variedad israelí Orri, de la que tiene la licencia para España y Portugal a través de Teo, empresa conjunta con la compañía israelí PPMB.

     sovav ha recurrido ante la Audiencia Nacional y la Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales el registro de esta variedad, al considerar que no es nueva, sino que estaba siendo comercializada con anterioridad bajo otra denominación. Mientras, Teo pide a los pequeños productores 65 euros por árbol y tres céntimos por kilo en royalties.

     Otro conocido operador, Teresa Hermanos, se ha hecho un hueco entre las variedades tardías con la Queen, que tiene la particularidad de pertenecer al grupo de las satsumas, por lo que en mercados como el británico no compite directamente con las clementinas.

     "Cualquier empresa que está en el mercado tiene que buscar la diferenciación", asegura Joan Mir, director general de Anecoop, cooperativa de segundo grado que lidera el ranking español en la producción y comercialización de cítricos, con 381.620 toneladas y 256,5 millones de euros facturados en la campaña finalizada el 31 de agosto de 2013.

     Al igual que AMC, Anecoop comercializa otras frutas y hortalizas y sus ventas en ambos casos rondan los 600 millones de euros. La cooperativa valenciana ha apostado por una variedad temprana, la Clemensoon, registrada en 2009 y que busca un hueco con la irrupción en la primera semana de septiembre, antes que cualquier otra variedad.

Andalucía gana peso

     La batalla de la mandarina se libra, sobre todo, en la Comunidad Valenciana, que concentra más del 75 por ciento de la producción, mientras que en naranja no llega al 50 por ciento, ante el fuerte aumento de la producción en Andalucía, que ya supone el 40 por ciento del total nacional.

     A esa expansión andaluza no son ajenas grandes empresas como la castellonense Martinavarro, que en las dos últimas décadas ha transformado en regadío más de 1.000 hectáreas en Huelva para cultivar naranjas.

     Las grandes son cada vez más grandes y tienen más producción propia, algo que se considera necesario para competir en una Europa donde la demanda se ha concentrado en muy pocos grandes distribuidores, algunos de ellos hard discount.

      "Competimos con todos los países ribereños del Mediterráneo, que producen unos 18 millones de toneladas, de las mismas variedades, con unas fechas de maduración que no se diferencian más de 15 ó 20 días, y en algunos países, como Turquía y Egipto, la producción está aumentando", resume Vicente Bordils, presidente del Comité de Gestión de Cítricos, asociación que representa a los comerciantes.

     Con la presente campaña finalizada, Bordils hace balance: "La de mandarina no ha sido mala, aceptablemente buena para el agricultor y para el exportador, pero en naranja los resultados son malos". Según explica, ha habido mucha producción y la exportación ha estado en 100.000 toneladas menos.

      Para dar salida a los excedentes, las grandes empresas crearon hace cinco años Zuvamesa, una planta de zumos ubicada en Sagunto (Valencia) a la que se desvía producción. Este año se ha batido el récord, con 200.000 toneladas enviadas, cuando la media era de unas 140.000 toneladas. La capacidad es de 250.000.

     Bordils confirma una cierta tendencia de los grandes a aumentar la producción propia. Para los pequeños agricultores, la situación es mucho más complicada, porque sus clientes españoles también son cada vez más poderosos.

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