EFE.- El investigador ceutí Óscar Ocaña nunca podía llegar a pensar que lo que en principio fue una simple inmersión en aguas del Mediterráneo se ha convertido en un importante descubrimiento: la constatación del primer asentamiento de la especie «Oualastrea Crispata» fuera de su hábitat.

Óscar Ocaña, junto a su compañero holandés Bert Hoeksema, efectuó la inmersión el 3 de octubre de 2012 dentro de un estudio sobre la situación de los corales en esta zona. El lugar elegido para la inmersión submarina fue la reserva marina de Scandola, en la costa oeste de Córcega.

El investigador ha contado a Efe la casualidad del hallazgo: «nada más introducirnos en el mar nos topamos, a unos tres metros de profundidad, con una colonia de coral que llamó nuestra atención, por lo que tomamos unas muestras».

La sospecha de que podía tratarse de un «invasor» dio origen a la apertura de una «minuciosa y detallada» investigación en la sede del Museo del Mar de Ceuta. «Un exhaustivo análisis ha permitido determinar que se trata del primer registro de los arrecifes de coral Oulastrea Crispata del Indo-Pacífico central en el mar del Mediterráneo», nos ha afirmado orgulloso del hallazgo.

Ocaña ha destacado que este coral, de unos seis centímetros de diámetro y tiene tentáculos verdosos o marrones, ha recorrido miles de kilómetros para introducirse en un hábitat «que le era completamente ajeno, pero se ha adaptado de una forma sorprendente».

El hallazgo, que ya ha sido puesto en conocimiento a nivel internacional, tiene su valor teniendo en cuenta que este coral se le localizaba en zonas tan alejadas de Córcega como Malasia, Sri Lanka, las islas Salomón, Thailandia o Japón.

Los trasiegos de buques entre la isla de Córcega y estos lugares «así como el efecto de las plataformas petrolíferas que se mueven de un océano a otro arrastrando varias especies y son grandes agentes de contaminación» son dos hipótesis para explicar el hallazgo.

En su estudio, Óscar Ocaña y Bert Hoeksema han determinado que el «Oulastrea Crispata» es un «colonizador oportunista de diversos sustratos, capaz de ingerir y asimilar material de hierbas marinas».

La ausencia de una dieta especial, además de una tolerancia a la oscuridad durante más de un año y la adaptación a temperaturas más bajas que las de su ecosistema original, serían datos para «justificar» su acomodo a un entorno que «le era hostil».

Óscar Ocaña atribuye a esta especie un «gran poder de colonización» que podría ayudarle a imponerse a sus dos «grandes competidores» autóctonos como las algas y los erizos. «Ha demostrado que compite muy bien y va a hacer daño a gran escala».

La duda que le queda ahora a los científicos es determinar si este coral podría haberse extendido ya por las costas de Francia o otros lugares.

Lo único cierto ya es que se confirma la teoría de que pese a su historia, de las especies del Mediterráneo «no conocemos» ni el veinticinco por ciento. Al menos, así piensan los expertos.

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