Los productores dan por hecho de que no podrán hacer frente a algunos contratos de compra con industrias o gran distribución con la consiguiente pérdida de mercados en España y en el exterior -algunas centrales de compra podrían sustituir a nuestro país por otros proveedores que garanticen suministros en el lineal-.

     En el campo confían en que una parte de las cosechas puedan salvarse aún si para de llover, aunque son conscientes de que las previsiones apuntan a una primavera lluviosa.

     Crece la preocupación por que los efectos sean más desastrosos en el futuro porque los embalses están mayoritariamente llenos y las tierras están empapadas y absorben más precipitaciones.

     Incertidumbre también para frutales y olivos porque una defectuosa y tardía floración podría redundar en menores cosechas.

Buenas para la ganadería extensiva


     Mejores expectativas, en cambio, para la ganadería extensiva -como las de ovino y caprino o las vacas nodrizas- que verán renovarse los pastos y abrevaderos. También se renovarán acuíferos y se aseguran disponibilidades para el regadío por un largo período.

     Las lluvias también han venido bien a agricultores y ganaderos de Madrid con carácter general, a regiones del área del Mediterránea, Rioja y zonas de olivar y viñedo manchegas, aunque tienen algunas dudas respecto a emplazamientos localizados en algunas de ellas.

     En Andalucía, los agricultores dan por perdida el 50% de la producción de la fresa de marzo, en un momento en el que gozaría de buen precio en el mercado; dan síntomas de asfixia las remolachas, cereales y algunos hortícolas recientemente plantados; y girasol, algodón y otras hortalizas de primera ni siquiera se han podido sembrar porque parte de las tierras están anegadas.

     En Castilla y León, las precipitaciones han permitido acabar con estampas del año pasado de falta de agua para el riego y de cisternas para paliar la sed de la ganadería extensiva.

     En cambio, han llegado con un 15 ó 20% de las cosechas sin recoger; las cebadas acusan el color amarillento propio del exceso de agua y deja al cultivo debilitado para la eclosión de hongos.

     Tampoco se han podido sembrar maíz, remolacha o patatas, lo que anticipa caídas de rendimientos y saturación de mercados porque los artículos agrarios llegarán a los comprador al mismo tiempo.

     Entre el 50 y el 60% de una cosecha se asegura en las sementeras y, si ésta es anormalmente irregular, como la actual, donde no se puede entrar en las fincas para esparcir las semillas ni aplicarles nutrientes, la preocupación de los agricultores se acrecienta.

     Extremadura figura como una de las regiones más afectadas por las lluvias y desbordamientos de ríos que han provocado el encharcamiento de frutales -que estaban en avanzado estado de floración y brotación- y daños en hortícolas y herbáceos.

Ayudas más allá de los seguros


     En Aragón o Navarra, algunas tierras en el Ebro han sufrido hasta cuatro riadas en lo que va de año, por lo que se han perdido cultivos en unas 9.000 hectáreas, al tiempo que no se puede entrar en los campos para realizar las siembras de primavera de alfalfa, maíz y hortícolas, por ejemplo.

     Las organizaciones agrarias piensan que las últimas inundaciones y desbordamientos en estas últimas "no serán los únicos" porque "hay mucha nieve" en las montañas y perspectivas de nuevas lluvias próximamente en un momento en el que los pantanos están llenos.

     Las pérdidas en Navarra y Aragón no sólo afectarán a cereal y alfalfa, sino que es probable la asfixia de espárragos, brócoli, coliflor, alcachofas e incluso frutales de hueso y pepito por el encharcamiento de amplias áreas de cultivo, explican las fuentes.

     Algunos agricultores empiezan a plantear que el campo necesitará compensaciones más allá de las coberturas de los seguros -que en algunos ámbitos tienen una baja contratación- mientras miran al cielo con la esperanza de que den tregua a sus campos.

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