Como me decían de pequeño, “ten cuidado con lo que deseas, no sea que se te cumpla”. Y el sector del vino lleva semanas pidiendo una destilación para sus excedentes y al final lo han conseguido… aunque deban pagarlo ellos de su propio bolsillo. Y es que la solución final para estos excedentes era la previsible (por cierto, Ginés Mena ya lo había adelantado hace una semana en Efeagro, que a cada cual hay que darle el mérito que se merece). Sin elecciones de por medio, el Magrama dejó claro desde el principio que no iba a poner ni un euro para acabar con el exceso de vino acumulado y que el problema era del sector y no suyo. Y de ahí no se ha movido ni un ápice. Y el sector, en vez de saber leer no entrelíneas sino directamente los titulares, se empeñó en poner sobre la mesa la palabra destilación y se han salido con la suya, y nunca mejor dicho, porque suya será la factura que deban pagar.

      Está claro que había que buscar una alternativa, que la situación empezaba a ser trágica ante el inicio de la vendimia y que los tiempos en los que ‘papá’ Estado soltaba el dinero para evitar problemas se han acabado hace mucho tiempo. Por eso, la solución aunque amarga (y sobre se verá cuando empiecen a llegar las facturas a las cooperativas y bodegas) era sino la más razonable, sí la más práctica. Pero que nadie se llame a engaño. Esta ha sido una salida excepcional y cara, pero no la solución definitiva del problema.

     Y aunque no deje de ser curiosos que los propios viñitas empiecen a rezar para no volver a tener una cosecha como ésta, lo más preocupante es que se crea que el problema se ha cerrado definitivamente. El verdadero problema empieza ahora cuando el sector asuma que lo sucedió esta campaña puede volver a suceder y que se debe empezar ya a trabajar a poner medidas serias para evitar que ocurra. Ya no valen las buenas palabras, las promesas de una Interprofesional que todos desean, pero que no está claro cómo va a funcionar ni cuándo por los intereses que hay por medio, ni la petición de reflexiones. Con la misma convicción que se ha reclamado una destilación de crisis, se debe empezar ya a reclamar medidas para controlar la producción, para que el sector se autoregule y ponga los cimientos de una base que evite situaciones (y facturas) como las que ahora se están viviendo.

     Por eso, me sorprende que en medio de este problema, salga la FEV pidiendo al Gobierno que tenga amplitud de miras, que no se timorato y que actúe sin “proteccionismos” en el nuevo sistema de autorización de plantación de viñedo. Vamos, que para la FEV se debería volver a los viejos tiempos en los que una ardilla podía recorrer España de árbol en árbol, sólo que ahora lo haría de viña en viña. Y como cree que estos excedentes han sido algo “coyuntural”, pues reclaman que se abra la mano y, de paso, insisten, sin darse cuenta, en ese convencimiento de que en España no sólo no se aprende de los errores ajenos, sino ni siquiera de los propios.

     Cuidado con lo que queremos, porque al final lo podemos conseguir.

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