Así, mientras la primera fase se ha dirigido a la eliminación masiva de agallas con el fin de reducir drásticamente la población de avispilla, la segunda tendrá como objetivo la eliminación generalizada de las puestas de huevos mediante la poda de castaños, que será más o menos intensa en función de las características y circunstancias de cada árbol.  Cabe destacar que este insecto pone los huevos en las yemas del año e inmediatamente muere, por lo que la eliminación de las mismas, una vez acabadas las puestas, resulta necesaria para el control de la plaga.

    Los trabajos que se han realizado hasta ahora en una superficie de 6 hectáreas de castañar, aproximadamente, han consistido en el apeo de 12.000 pies, desmoche y poda en altura de 600 pies, desembosque de 2.500 estéreos, eliminación de residuos, apertura de jorro, estabilización de tierras mediante empalizadas y barrido de terreno, entre otras actuaciones. Con ello se pretende erradicar la presencia de este insecto, teniendo en cuenta que tras tres años sin detectarlo en las zonas delimitadas, estas dejan de existir como tales y no es necesario continuar con las medidas de lucha obligatorias, tal y como establece la Unión Europea. Estas tareas han supuesto una inversión de 105.000 euros y han generado un total de 750 jornales.

     El mayor riesgo que supone esta plaga es la reducción de la capacidad de fructificación de los castañares afectados que será más o menos grave en función de la intensidad del ataque.  Aunque este organismo no llega a producir la pérdida de árboles -pero sí un fuerte debilitamiento vegetativo-, este hecho puede suponer un importante perjuicio económico en las zonas productoras de castaña.

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