El caso de la ministra de Agricultura Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, no deja de sorprender. Llegó al frente del Mapama de rebote (aunque no por eso hay que quitarle méritos personales a su trabajo) tras la marcha de Miguel Arias Cañete a Europa para convertirse en Comisario europeo de Acción por el Clima y Energía a mitad de la pasada legislatura. Y en estos pocos años no solo ha consolidado su cargo, sino que su nombre suena en casi todas las quinielas políticas del PP. Y eso que no la conoce nadie, aunque se le valore mucho.

Y es que, en el último barómetro del CIS, cuando se ha preguntado a los españoles sobre el conocimiento que tienen de los actuales ministros, García Tejerina es la tercera menos conocida de todo el Gabinete de Rajoy, según recoge elmundo.es. Un poco más del 60% de los ciudadanos no sabe quién es, solo por detrás del ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital (68,7%) y de Alfonso Dastis, ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación (64,1%).

Pero curiosamente, es la segunda ministra mejor valorada, con una nota de 3,27, solo por detrás de Soraya Sánez de Santamaría (3,58), lo que quizás refleje que hablamos de una ministra que hace bien su trabajo pero que no sabe ‘venderse’

Tradicionalmente, en este país eminente económicamente agrario, el mundo agrícola siempre ha sido mal visto desde que en los años 50 y 60 comenzara la gran emigración a las ciudades y decir que uno era ‘de pueblo’ era restarse méritos. Y ningún ministrio del ramo fue capaz no solo de recuperar la imagen positiva de la agricultura nacional, sino de tener un cierto protagonismo público en todas estas décadas. Quizás, el único que siempre fue reconocido, por su gestión pero sobre todo por su carisma, fue el predecesor de la actual ministra, Miguel Arias Cañete, capaz de comerse desde media cabaña ganadera para restar importancia al mal de las vacas locas o de zamparse un yogur caducado en directo con tal de defender a la agricultura.

Y no es que García Tejerina deba salir más en televisión (aunque un poco más que solo en los Desayunos de la 1, no le vendría mal), sino que, quizás, debería simplemente salir más del despacho. La agricultura y la ganadería se desarrolla en el campo y la política agraria se debe desarrollar también allí. En alguna ocasión le hemos criticado que es una ministra a la que no le gusta mancharse los zapatos de barro. Y lo seguimos pensando. Está bien subirse a un tractor, pero no solo en una Feria sino en medio de un cultivo, viendo la sequía, el pedrisco o los efectos de la tuberculosis bovina en una explotación. Porque esa imagen permitiría mostrar el resto de España qué está pasando en el campo español.

Si es bien valorada es que lo está haciendo bien en líneas generales. Es que el papel de la agricultura y ganadería de este país se empieza a valorar de nuevo. Pero si además el sector, pero sobre todo el resto de la población, tuviera una ministra reconocida sería mucho mejor.

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