En la actualidad, son 47 los países productores de aceite de oliva, después de que se hayan incorporado Armenia y Namibia. En cuanto a los descensos, el más acusado ha tenido lugar en Túnez, donde se registró una caída del 60%, mientras que Turquía y Palestina han tenido problemas a causa de la vecería.

   El presidente de GEA Westfalia Separator Ibérica, Juan Vilar Hernández, explica que la producción mundial de aceite de oliva ha evolucionado de forma estable y sostenida desde 2004.

Los aceites y grasas vegetales son diez veces más que la de aceite de oliva

     “Este hecho contrasta con la producción  mundial de aceites y grasas vegetales y animales, cuya oferta para este periodo experimentó un incremento de más de 32 millones de toneladas, 10 veces la producción actual de aceite de oliva, de forma que en la actualidad alcanza los 185 millones de toneladas”, indica. 

En este dato conjunto, el aceite de oliva apenas representa el 1,7% de todas las grasas, es decir, que de cada 100 litros de aceites y grasas consumidos a nivel mundial, sólo 1,7 son de oliva. 

    El informe de GEA Westfalia Separator Ibérica también se refiere a la demanda mundial de aceite de oliva, y pone de manifiesto que países como Italia, España, Estados Unidos, Grecia, Turquía y Marruecos, concentran más del 60% del consumo absoluto mundial, con casi 2 millones de toneladas.

    Juan Vilar Hernández deja claro que, aunque estos sean los países que presentan mayor demanda de aceite de oliva, “a veces la políticas de promoción son orientadas con cierta miopía en su aplicación. Por poner un ejemplo, en Estados Unidos, tercer país con mayor demanda, el consumo roza los 300 millones de toneladas, mientras que en Grecia, cuarto consumidor absoluto dicha cifra supone casi 200 millones de toneladas, pero un griego consume 25 veces más aceite de oliva que un norteamericano”.

    Para el presidente de GEA Westfalia Separator Ibérica, las estrategias de promoción no han de ser orientadas teniendo en cuenta los países como unidades de consumo, sino las preferencias de los consumidores individuales dentro de dichas unidades geográficas, pues este es el comportamiento que determina realmente el uso y consumo de un producto.

   

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