El libro «¿Qué sabemos de las malas hierbas», escrito por dos investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), defiende «la necesidad de la conservación de algunas malas hierbas», ya que son «componentes fundamentales para el funcionamiento de los ecosistemas agrícolas».

«Muchos animales se alimentan de estas plantas y son proveedores de los insectos polinizadores», han asegurado en un comunicado los autores de este libro de divulgación científica: el doctor en Biología y Agronomía César Fernández-Quintanilla y el doctor en Biología José Luis González Andújar.

«A pesar de su denostada fama, no son siempre perjudiciales», aseguran los investigadores

El texto, que tiene la intención de «aclarar cuándo estas plantas son dañinas o beneficiosas para el ser humano», reconoce que causan pérdidas de hasta el cien por cien en el rendimiento de cultivos como los de remolacha, ajo y muchas hortalizas.

Sin embargo, según Fernández-Quintanilla y González Andújar-, las malas hierbas también forman parte de la alimentación y la medicina, que «salen beneficiadas de su existencia».

Como ejemplos han mencionado la verdolaga (portulaca olarecea), un ingrediente de muchas recetas culinarias en China, México y países tropicales, y el diente de león (taraxacum officinale), muy apreciado para ensaladas, ya que multiplica los niveles de proteína y hierro de la lechuga, además de ser diurético y antiinflamatorio.

«A pesar de su denostada fama, no son siempre perjudiciales, y llegan a tener la misma importancia que la climatología a la hora de limitar la producción de cultivos a la vez que ejercen un papel fundamental en el control biológico de plagas o en la protección contra la erosión del suelo», han afirmado.

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