Cruz de Alba (Ribera del Duero) abre una nueva y original vía para la viticultura con su apuesta por la agrohomeopatía que la bodega “fusiona” con técnicas de agricultura ecológica y “biodinámica”.

El enólogo de esta bodega boutique, Sergio Ávila, reivindica la filosofía de la firma basada en la interpretación del “terroir” y la elaboración natural de unos vinos que cuentan ya con varias menciones y premios internacionales.

“La esencia de la agrohomeopatía radica en que testamos a la planta para que sea ésta misma la que nos diga cuáles son los procesos o pasos a seguir” y, más que luchar contra plagas y enfermedades, “intentamos prevenirlas, entendiendo mejor a la vid”.

La bodega de Quintanilla de Onésimo (Valladolid) elabora vino desde 2003, nutriéndose de 40 hectáreas de viñedo de uva tempranillo localizadas en la “Finca los Hoyales” (Peñafiel)

Cuidados en el viñedo

“Buscamos que la planta tenga un sistema inmunitario activo y reactivo, y que el cultivo afronte los contratiempos”, declara el enólogo, que no conoce ninguna otra bodega que recurra a la agrohomeopatía en España, aunque sí lo hacen productores en Sudamérica, Alemania, Bélgica, Holanda o Suiza.

Cruz de Alba aplica preparados con “dosis infinitesimales” de sustancias de origen vegetal, animal o mineral, por ejemplo.

Por otra parte, usan la “radiestesia” para comprobar qué recursos necesita la planta, como el agua, valiéndose de un péndulo o varilla -es la misma técnica que utilizan los zahoríes-, para captar las ondas de la viña e interpretar sus ciclos vitales.

Recuerda que en 2006 se iniciaron en el cultivo ecológico; y en 2008 comenzaron a aplicar prácticas biodinámicas -comprobaron que “los vinos se fueron haciendo más elegantes, sutiles, amables y finos”.

Ya en 2010 introdujeron la agrohomeopatía y unos métodos de manejo que también han llegado a algunas granjas ganaderas.

Para el enólogo, la mayor diferencia de los vinos de Cruz de Alba radica “en el origen, en el compromiso que tenemos con la tierra, con la naturaleza, con la ecología…y con el consumidor”.

“El proceso manual y artesanal implica que tengamos máxima custodia de la calidad en la cadena de procesado” y, asimismo, apunta que los diferentes tipos de suelos y edades del viñedo aportan materias primas diversas que permiten a la bodega elaborar “vinos más complejos y mucho más armónicos y nobles”.

“Desarrollamos el viñedo de otra manera. Siempre estamos en pleno proceso de conocimiento propio y, también, de investigación y evolución”, subraya este enólogo e ingeniero agrónomo.

La bodega elabora 90.000 botellas de Cruz de Alba Crianza, otras 6.000 de “reserva” y 6.500 de “Finca Los Hoyales” que venden en un 70% en España y, el resto, lo hacen en destinos internacionales como Suiza, Alemania, EEUU, México o Reino Unido, entre otros.

(Texto: Ginés Mena / Efeagro)

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