El comisario europeo de Presupuesto, el alemán Günther Oettinger, sigue con su gira por Europa negociando los Presupuestos europeos y reiterando el recorte que sufrirán las ayudas de la PAC, que insiste en redondear en un 10%. Una cifra que cada vez parece más consolidada y aeptada por todos los Estados. Pero para ello necesita el respaldo de los grandes países, por lo que ha requerido a Angela Merkel un aumento de la contribución anual de Alemania de 3.500 millones de euros al presupuesto europeo. “Por cabeza, teniendo en cuenta la población alemana, serán 10 céntimos al día más que ahora”, trata de endulzar.

“Tenemos poco margen porque no podemos ni endeudarnos ni crear nuevos impuestos. Así que el único recurso es la aportación de los Estados”, explica Oettinger mientras pasa la gorra y señala al sector agrícola como uno de los más «recortables». Esta petición coincide en parte con la reciente propuesta del presidente de Asaja, Pedro Barato, quien ha defendido que Alemania sea el país que más contribuya a compensar en el nuevo modelo de la PAC, aunque no le guste tanto ese recorte anunciado y cada vez más consolidado del 10%.

Se insiste en la amenaza de la nacionalización de las ayudas y en que éstas sean decrecientes en los pagos directos por hectárea

Y es que el comisario europeo de Presupuesto pone por delante que la Política Agraria Común (PAC) no se va a desmontar, pero avanza que los fondos de cohesión y los agrícolas sufrirán recortes a partir de 2021, con el nuevo marco financiero de la UE. Entre las propuestas concretas planteadas en Alemania para efectuar esos recortes plantea, por ejemplo, la posibilidad de que los pagos directos por hectárea sean decrecientes, es decir, que en el futuro, los agricultores, a partir de una cierta superficie, recibirían menos apoyo financiero por hectárea. Los detalles serán negociados en el presupuesto plurianual entre 2021 y 2017, el próximo mes de mayo, pero el recorte se da por seguro.

La política agraria europea cuesta actualmente unos 400.000 millones de años, por lo que un recorte del 10% supondría una reducción de 40.000 millones de euros, una decisión mucho menos dolorosa que otros escenarios que se han planteado en Bruselas, como recortes de hasta el 30% que restarían hasta 120.000 millones al año. El hecho es que la política agraria, que llegó a ocupar el 80% del presupuesto europeo, ha sido ya esquilada hasta solo un 38% del dinero de Europa y en España, tras la última reforma de la PAC, el número de beneficiarios se ha reducido en un 19% desde 2013. Para el sector, por lo tanto, cualquier otro recorte resultará traumático. Por eso Oettinger sugiere, para convencer a Alemania, también posibilidades como la cofinanciación o la renacionalización, pero ni los Estados europeos quieren, ni los agricultores se fían de sus gobiernos para dejar en sus manos y en su voluntad o capacidad presupuestaria la política agrícola, según recoge Rosalía Sánchez en abc.es.

Las vías que se abren, para el sector, están relacionadas con un cambio de estrategia. Allí donde desaparezcan subvenciones a cultivos por hectárea, pueden aparecer fondos para promover el empleo juvenil en las áreas rurales, ayudas para la mejora de infraestructuras rurales, especialmente comunicaciones y nuevas tecnologías, y sobre todo digitalización. Dado que gran parte de los trámites relacionados con las ayudas europeas se tramitarán ya a través de internet, se justifican las ayudas a la garantía de una red de alta calidad en las zonas rurales.

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