El conflicto que se ha suscitado tiene su origen en las deficiencias detectadas en el estado sanitario que durante las últimas temporadas vienen presentando los cítricos originarios de Sudáfrica que importa la Unión Europea (UE).

     Sólo durante el ejercicio pasado se detectaron 26 casos de la enfermedad denominada “Guignardia citricarpa” (Mancha negra) en cítricos sudafricanos con destino al mercado europeo, una circunstancia que multiplica el riesgo de que plagas y enfermedades sanitarias de cuarentena tan letales como la ya referida o como la  “Cryptophlebia leucotreta” puedan contaminar la citricultura europea y provocar pérdidas multimillonarias.

    Las reiteradas deficiencias de los cítricos sudafricanos, así como las continuas denuncias al respecto formuladas ante los organismos correspondientes de la UE por parte de los representantes de la citricultura europea, llevaron a la Comisión Europea a lanzar un ultimátum a Sudáfrica: en el caso de que en sus envíos de agrios se interceptasen cinco casos de plagas o enfermedades de cuarentena tomaría medidas drásticas hasta que los exportadores sudafricanos fuesen capaces de garantizar el estado sanitario de su mercancía o, cuanto menos, de introducir y acreditar mejoras sensibles, tal y como sí han hecho otros países terceros que también comercializan sus cítricos en Europa.

     La medida contó con el respaldo de los representantes de la citricultura española, pero Sudáfrica no parece dispuesta a asumir compromisos claros sobre la mejora sanitaria de sus cítricos y por eso, ahora, coincidiendo con el inicio en el próximo mes de abril de sus exportaciones al mercado comunitario y tras granjearse el apoyo de importadores de Holanda y Reino Unido, ha puesto a sus “lobbys” a trabajar en Bruselas con el fin de que la Comisión dé marcha atrás en sus planes y exigencias de control sobre las naranjas sudafricanas.

    Así, el director general de la Asociación de Cítricos Sudafricanos, Justin Chadwick, ha declarado, mostrando un considerable desprecio por la citricultura española, que “no estoy muy seguro de lo que ha motivado estas actuaciones, posiblemente haya sido la presión ejercida por las regiones citrícolas de la UE”. Añade Chadwick que “el riesgo se limita a tres pequeñas regiones del sur de la UE”.

     También se han manifestado entidades de importadores de Holanda y Reino Unido cuyos portavoces llegan incluso a plantear que Europa podría sufrir desabastecimiento de cítricos entre abril y noviembre si se llegasen a cerrar las fronteras a los agrios procedentes de ese país, cuando en realidad en ese momento de la temporada existe oferta suficiente de agrios como para cubrir las necesidades de los consumidores bajo los parámetros de la seguridad alimentaria y vegetal.

     Las presiones sudafricanas sobre la Comisión, e incluso sobre el propio Parlamente Europeo, se han intensificado en los últimos días, pero el sector citrícola español también ha iniciado una ofensiva en Bruselas para defender sus intereses y contrarrestar al máximo el riesgo de que nuevas plagas puedan infestar sus cultivos.

     De hecho, está prevista la celebración de una próxima reunión con representantes de la Comisión para abordar el asunto y pedirles que se mantengan firmes ante el acoso y las medias verdades de los exportadores sudafricanos y de ciertos importadores europeos.

Temor ante la entrada de plagas

    El sector citrícola español, a través de las diferentes entidades que lo representan, quiere reiterar que la posible entrada de plagas y enfermedades de cuarentena de consecuencias devastadoras en un tema extraordinariamente sensible y preocupante, al tiempo que recuerda a los responsables comunitarios su obligación de defender a un sector que sigue siendo un referente de la agricultura europea.

    En este sentido, los representantes de la citricultura española recuerdan que otros países sí han adoptado medidas correctoras para mejorar la calidad fitosanitaria de sus envío y que incluso Brasil decidió hace unos meses de forma unilateral paralizar sus exportaciones de agrios debido al elevado número de detecciones que presentaban sus cargamentos.

     La citricultura española exige que se adopten las medidas necesarias a fin de que ese producto llegue en buen estado y evitar así cualquier riesgo de introducción de nuevas plagas, lo cual es, ni más ni menos, lo que sí son capaces de hacer otros países terceros y lo que, por supuesto, garantizan los operadores españoles de cítricos cuando efectúan sus envíos a otros países.

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