La principal finalidad de esta técnica es racionalizar el uso de fitosanitarios, mejorar la prevención del medio ambiente, reducir la huella de carbono, garantizar la seguridad alimentaria e incrementar la calidad final de los vinos.

      Además de reducir el uso de insecticidas, permite una gestión más racional de otras enfermedades, por lo que se reduce el número de tratamientos e incluso permite la utilización de productos con un menor impacto ambiental.

Conlleva una mejora de la calidad de la cosecha


     Un beneficio fundamental es la mejora de la calidad de la cosecha porque la uva llega al final de la maduración en perfectas condiciones, pero también la reducción de las pérdidas de cosecha, la preservación del medio natural y la mejora de los ecosistemas agrícolas.

     La técnica tiene que aplicarse de forma homogénea y no se pueden dejar parcelas sin el control, lo que obliga en el caso de ampliación del área a hablar con todas las bodegas de la zona, según explica el responsable del Departamento Técnico-Atria de la D.O.P. Cariñena, Jesús Isiegas.

     En la actualidad participan diecisiete bodegas y la superficie tratada comprende la práctica totalidad de los términos de Cariñena, Aguarón y Cosuenda, además de manchas sueltas en otros términos municipales.

     Los costes son asumidos principalmente por los viticultores, por un lado, y también por las bodegas y el Consejo Regulador de la D.O.P. que participan en el coste del producto.

      Para 2015 el objetivo será estabilizar la superficie tratada antes de proceder a nuevas ampliaciones, aunque la meta final es extender el tratamiento al resto de términos municipales, con la creación de nuevas zonas de "confusión sexual" y poder tener todo el viñedo de Cariñena.

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