La Información.- Teherán, hogar de 22 millones de habitantes, ya ha diseñado planes de ahorro de agua y el presidente, Hassan Rohani, ha convertido el acceso agua en un asunto de seguridad nacional. En sus discursos ya promete que “llevará el agua de nuevo a algunos lugares.”La desecación del lago Urmía, en el noroeste iraní, cerca de la frontera con Turquía, es la fotografía de la grave situación a la grave crisis a la que se enfrenta Irán ante la escasez de reservas de agua. Con una superficie de 5.200 kilómetros cuadrados de superficie, el lago Urmia situado en el noroeste del país es uno de los lagos de agua salina más grandes del mundo y fue declarado reserva de la biosfera en 1976. Sobre sus aguas surcaban barcos con turistas hace una década, ahora solo el cinco por ciento de la superficie tiene agua, según apunta el diario The New York Times. La desecación de esta importante reserva de agua es solo una de las consecuencias del aumento de 3 grados de la temperatura en la región, según las estadísticas oficiales. Otro de los desafíos a los que se enfrenta el país es que la escasez de agua podría repercutir en sectores tan estratégicos como el energético y el agrícola. A la desecación de este lago hay que sumar la de otros ríos en las cuencas de Isfahan y Ahvaz.Como consecuencia de la desecación de las principales fuentes de agua natural han surgido otros problemas relacionados con la calidad del aire. El aumento de masas repercute en la calidad de aire. Según Naciones Unidades, en Irán se encuentran cuatro de la 10 ciudades más contaminadas del mundo.
Décadas esperando a que el agua regrese al Lago Urmía
Mokhtar Cheraghi cuenta a The New York Times que “hace décadas que el agua empezó a evaporarse. Primero cien metros, después otros 200 metros. Así hasta hoy”. Cheraghi lo explica desde el lugar que un día fue un su negocio, una bulliciosa cafetería. “Estamos esperando a que vuelva”, concluye.
Culpan a las presas faraónicas de Ahmadinejad
Muchos iraníes echan la culpa a la media docena de presas que el gobierno ha construido ya que la orografía iraní cuenta con numerosas laderas y zonas áridas. En concreto, Mahmoud Ahmadinejad, con gusto por las construcciones faraónicas, puso en marcha varios proyectos por los que ahora es criticado.Las presas se construyeron con una doble intencionalidad: por un lado producir energía y por otro distribuir agua. Sin embargo, las ineficientes técnicas de irrigación hacen que con frecuencia se pierda mucha agua.Por último, el desarrollo de la agricultura, especialmente de productos que necesitan de mucha agua, como la remolacha y la uva, también están repercutiendo en la escasez de agua en el país. En 2005, el actual presidente iraní ya advirtió del problema. El país utiliza el 95 por ciento del agua para uno agrícola frente al 80 por ciento que usa EEUU.Mientras Irán dedica millones de dólares a enviar monos al espacio, él lago Urmia se seca. El agua y la contaminación son los retos del país que de no atajarse podrían provocar manifestaciones violentas, como ya ocurrió en 2011.

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