Este progresivo abandono de las fincas de vid, que se concreta en 1.076 hectáreas o cerca de 11 millones de metros cuadrados, implica pérdidas económicas por un valor superior a los 1,3 millones de euros y responde, según apuntan los responsables provinciales de ASAJA, a la falta de rentabilidad para el agricultor.

     Algo que es debido, fundamentalmente, al acaparamiento de los beneficios que genera la viña por parte de otros agentes de la cadena alimentaria, mientras los costes de producción para sacar adelante las cosechas siguen incrementándose año tras año. Sobre todo por el encarecimiento de los combustibles, abonos, herbicidas, seguros agrarios, electricidad, transporte y especialmente por la escasa y preciada agua de riego, de la que en esta campaña precisamente se ha tenido que incrementar su consumo en un 20% por efecto de la sequía, según señala Pérez Gil en www.diarioinformacion.com.

La uva era la primera fuente de empleo en la zona

   Con la desaparición de las viñas de la comarca no sólo se produce una pérdida agrícola, económica y ambiental. También supone un lastre para el empleo dado que la uva de mesa propicia la mayor creación de puestos de trabajo temporal de la comarca con 10.000 personas empleadas en el campo y en los almacenes. Tanto durante la campaña de cultivo, que va de abril a junio, como en la campaña del envasado, que va de septiembre a diciembre.

     De hecho, pese a que con la crisis ha habido muchos jóvenes desempleados que han intentado incorporarse al sector primario por la falta de oportunidades en la industria, la construcción y los servicios, la lenta agonía que sufre el campo ha frustrado la recuperación del mercado laboral de la comarca a través de esta vía. Además, el abandono de las fincas de vid tiene consecuencias muy graves en muchas economías familiares de los municipios del Medio Vinalopó que dependen, en exclusiva, del sector agrícola.

     Cabe destacar que el valor en origen de la agricultura que se desarrolla en la comarca alcanza los 59,6 millones de euros y, después de la industria que tiene como principales motores al calzado y al mármol, el campo es, junto a los servicios, el sector que más riqueza genera en la zona.

     Pero la pérdida de superficie agrícola no se limita únicamente a la vid. Según el Anuario Estadístico que en breve verá la luz, en 2010 se contabilizaron 21.797 hectáreas de tierras de cultivo en toda la comarca. Dos años después la cifra ha caído a 20.637 hectáreas. Esto es 1.160 hectáreas menos de frutas y hortalizas.

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