Según destaca elpropio Cnsejo Regulador en una nota, era, en muchos casos, por motivos accidentales cuando la figura oculta de la mujer emergía y se podía apreciar la trascendencia de su labor, como cuando Madame Viuda de Clicquot, tras la muerte de su marido y con solo 27 años, levantó las bodegas de champán “Veuve Clicquot”, una de las más famosas del mundo, y aportó valiosas técnicas para la vinificación. También tras la muerte de su marido, Madame Pommery revolucionó, en 1858, la comercialización en el sector con innovaciones tanto en la vinificación como en la comercialización y el marketing. Muchos otros nombres de mujer han marcado la historia de la enología internacional, como la Baronesa Pilipina de Rothschild, presidenta de las bodegas Motón Rothschild; Corina Mentzelopoulos, propietaria de la casa Chateau Margaux;  o Gina Gallo, de las bodegas Ernest & Julio Gallo, la mayor productora en California.

     También resulta sorprendente, y así los destaca visualmente Carmen Molina en el Cartel, el extraordinario olfato femenino, que permite experimentar los aromas con mayor intensidad e identificar con más facilidad que el nombre los olores. Estas cualidades naturales, convierten a las mujeres en personas idóneas para determinar las características de un vino, al contar con un mayor el número de células nerviosas presentes el bulbo olfatorio, la región cerebral asociada con la capacidad de oler.

      A estos roles, que con maestría desempeñan las mujeres en el mundo vitivinícola: productora, enóloga, sumiller o bodeguera, le acompañan la faceta del consumo, la mujeres, cada día, es mejor consumidora de vinos, ya no solo de blancos y rosados, sino que incrementa su predilección por los tintos, ámbito en el que reconocen e evolucionan el maridaje, aprovechando sus conocimientos gastronómicos

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