Los cítricos de la Comunidad Valenciana, nuestro principal cultivo, atraviesan por una situación especialmente complicada. La más preocupante de su historia, probablemente. Le resultará extraño, pero esta vez no vengo aquí a quejarme de lo poco que nos pagan a los agricultores, aunque también podría. Nuestro fruto amarillo se compra por 0,27-0,30 ctm/kg en campo, mientras que la gran distribución lo vende por más de un euro. ¡¿Y las naranjas?! Los valores en origen están por los suelos (0,10-0,20 €/kg) y en los supermercados siguen aplicándoles incrementos desproporcionados. ¡Si el producto lo hemos conseguido nosotros! ¿Qué han hecho ellos para acaparar tanto beneficio? ¡Sólo exprimir al agricultor! ¡Mi más sincera enhorabuena y que continúe el aplauso colectivo!

    ¡Es lamentable! Los desajustes que se producen en la cadena alimentaria siguen sin corregirse y a este problema se une ahora una nueva amenaza agraria muy grave, que pone en peligro nuestras producciones de limones, naranjas y clementinas. Los árboles de Sudáfrica y América del Sur están infectados con la Mancha Negra. Este virus es feroz. Está considerado el más devastador del mundo y en 2013 interceptaron hasta 37 envíos de cítricos sudafricanos afectados por la Guignardia Citricarpa. Si no se adoptan medidas urgentes, si no se prohíben las importaciones y entra el ‘bicho’, matará a nuestras producciones. Por los campos alicantinos, estamos que nos subimos por las paredes. Nos sentimos totalmente desprotegidos. Para no variar, la Comisión Europea permanece ajena a los problemas reales. De tanto mirar hacia el otro lado y no ayudar a España, va a pillar torticolis y quedar inoperativa de por vida. ¡Avisados quedan!

    Los representantes de la administración y el sector agrario, como es lógico y natural, estamos trabajando para restringir las entradas de cítricos. Devalúan el mercado y el riesgo por contagio de la enfermedad ha sido alertado incluso por la recientemente creada EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria). Pese a ello, la Unión Europea se empeña en implantar el Sodoma y Gomorra y que aquí llegue de todo lo de fuera. Si los limones de Sudáfrica o Argentina no respetan las normas de seguridad alimentaria, no importa. ¡Será posible!

    Las pérdidas a las que nos enfrentamos si llega la Mancha Negra son millonarias. Nuestros cítricos, sólo en origen y en nuestra provincia, aportan más de 172 millones de euros y alimentan a millones de familias. ¿También le parece un riesgo importante a destacar, verdad? Los árboles, borde o sobre píe Cleopatra u otro, cuestan años de criar y el virus aniquila sus frutos en segundos. Por ello, deben prohibirse las importaciones de este cultivo en toda la Unión Europea. Lo hemos pedido, pero poco caso hacen. Imperan los intereses de cuatro grandes que compran los productos agrarios para comercializarlos o transformarlos en zumo.

    Hace unas semanas, volvimos a llevarnos otra bofetada. Durante las votaciones del Comité Fitosanitario Permanente sobre la necesidad de prohibir las importaciones de cítricos nos quedamos solos, aislados en nuestra petición de adoptar una posición de protección de la producción nacional. Sólo se contó con el apoyo de Francia y Portugal, mientras que otros países como Italia, Grecia, Malta y Chipre no se adhirieron. Podríamos haber conseguido una mayoría en bloque, pero no le prestan a la alimentación la atención que debieran. Como los que mandan comen lo que quieren, el resto que haga lo que pueda.

    Seguimos trabajando para conseguir el cierre automático de las importaciones cuando se detecten hasta cinco entradas afectadas por plagas. También queremos que se compruebe la sanidad de los cítricos en los mercados, por si acaso se cuela alguno infectado. España ha aprobado aplicar las medidas de manera unilateral si la Unión Europea no reacciona y no lo hace. Le volverá a pegar la patada a España y exigimos que dejemos de ser su ‘mancha negra’, pero nada de nada. Siguen centrados en aprobar una regionalización, es decir, que cada territorio traiga de fuera lo que quiera de productos frescos, claro, no de coches que blindan con aranceles. El territorio comunitario no puede contribuir a debilitarnos más. Así no vamos ni con las bajadas de impuestos prometidas. Proteger nuestras producciones, incentivar nuestros sectores, importar sólo cuando en nuestro territorio no haya producto y aplicar el principio de reciprocidad es imprescindible.

    Tampoco es ninguna locura. Simplemente, postula que entre lo que esté hecho en las mismas condiciones que las que a nosotros nos imponen. ¿Justo, no? Pues ellos siguen sin querer verlo.  ¿Hasta cuándo desmantelarán la agricultura del Mediterráneo? ¡Hasta arrasarla! Ya lo estamos sufriendo con el Picudo Rojo, que ha puesto en jaque mate a los palmerales de la provincia. Si le sucede lo mismo a los cítricos, la lleva clara este país y, por supuesto, su maltrecha economía.

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