DICYT.-La mayoría de los bosques que han sufrido un incendio logran recuperarse sin repoblaciones y sin intervención humana. Es más, en muchos casos lo mejor es no intervenir, según deducen los científicos de la experiencia y la investigación acumuladas a lo largo de muchos años de estudio. Así se ha puesto de manifiesto en La Alberca (Salamanca) dentro de la quinta edición del curso de verano de la Universidad de Salamanca ‘Hidrología de cuencas forestales: retos científicos y de gestión’.

Ramón Vallejo Calzada, profesor de Fisiología Vegetal de la Universidad de Barcelona, ha sido uno de los ponentes que se ha centrado en la recuperación de las superficies arboladas quemadas. En su opinión, las intervenciones deben variar en función de las circunstancias. "Lo que está claro es que no hay una receta única para todos los incendios, depende de cómo haya sido el fuego y de qué tipo de vegetación se ha quemado", ha afirmado en declaraciones a DiCYT.

Existen extremos opuestos, desde los bosques que se regeneran solos hasta las arboledas que desaparecen por completo, en las que hay que acometer una reforestación completa. Los ejemplos más claros están en el caso del alcornocal adulto, que "un año más tarde del incendio ni siquiera notas que se ha quemado", ya que rápidamente tiene brotes nuevos incluso en las copas de los alcornoques y sin ningún tipo de intervención por parte del hombre; y en el caso opuesto, el de pinos de especies muy vulnerables al fuego, que tardan en recuperarse hasta 30 años incluso con repoblación, o que pueden llegar a desaparecer y no regenerarse nunca si el ser humano no interviene.

Si realmente es necesario intervenir, hay tres tipos de acciones: proteger el suelo contra la erosión, plantar nuevos ejemplares o realizar tratamientos para favorecer la regeneración que se esté produciendo de forma natural.

El problema de la erosión tras un incendio depende de las propias características del suelo, no tanto del tipo de árboles que crezcan en el lugar, si bien, "cuando el suelo está cubierto por vegetación, no se erosiona". Lo importante es identificar qué tipo de suelo es y actuar en pocas semanas tras el incendio. Para evitar la erosión tras un incendio, hay varias técnicas: triturar y esparcir ramas de árboles para que sirvan de acolchado, sembrar hierbas que crecen rápido o colocar ramas y troncos de árboles que hagan de barrera que impida que se extienda la erosión, según comenta.

Acciones innecesarias

Todas esta conclusiones se basan en mucha experiencia técnica y científica sobre cómo recuperar terrenos arrasados por el fuego, una tarea que, a pesar de la experiencia, "no siempre se hace lo mejor posible porque a veces se buscan actuaciones más espectaculares que efectivas" y se llevan a cabo acciones que en realidad no son necesarias, fruto de la presión mediática por la gran repercusión social que tiene un incendio. "Quizá se deberían llevar a cabo más actuaciones en los bosques que no se han quemado que en los que sí", apunta.

Ramón Vallejo Calzada habla desde la experiencia de haber estudiado muchos incendios en los últimos 20 años, especialmente, en la Comunidad Valenciana y en ensayos de campo. Sin embargo, el problema es internacional e incluso "países como Estados Unidos o Australia sufren incendios mucho más graves que los nuestros", de manera que las investigaciones que se realizan en este campo son muy amplias.

"Cuando se produce un gran incendio, afecta al monte de manera muy diversa, hay que identificar las zonas que se regeneran y las que no, no se puede actuar en todos los sitios de la misma manera", pero "en la mayoría de los casos, no hay que hacer nada y se recuperan solos", insiste.

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