EFE.- Con el mes de septiembre, los pimientos del piquillo de Lodosa adquieren su característica coloración de un rojo intenso, signo de que han alcanzado la madurez y que comienza la campaña de recolección de uno de los productos enseña de Navarra, del que este año se prevé una cosecha un 20 % superior a la de 2010.

Según ha informado hoy a Efe el vicepresidente de la Denominación de Origen del pimiento del piquillo, Cayo Martínez, desde principios de la semana pasada, en los campos de los municipios de Andosilla, Azagra, Carcar, Lerín, Lodosa, Mendavia, San Adrián y Sartaguda, se está ya en plena campaña de una recogida que durará hasta noviembre.

Este año se ha solicitado la inscripción de 132 hectáreas, un 21 % más que el año pasado, lo que hace augurar que la producción crezca este año entre un 20 y un 25 por ciento, hasta alcanzar el millón de kilos recolectados.

El sector intentará recuperarse de la caída del año pasado, cuando, debido a un descenso de las ventas y la consiguiente acumulación de existencias, tan sólo se inscribieron 109 hectáreas, frente a las 150 habituales en estas campañas anuales.

"El año pasado fabricamos menos, se vendió más o menos lo mismo que otros años, o incluso un poquito más que en los últimos, y así se han regularizado los almacenes de las conserveras y este año hemos podido subir la producción y volver a acercarnos a las cantidades habituales", ha explicado Martínez.

Otra circunstancia adversa que concurrió en la campaña pasada fueron las malas condiciones meteorológicas y una epidemia de taladro que perjudicó a algunas plantaciones.

Por el contrario, este año las previsiones son optimistas, y se espera un producto con "una elevada calidad, una buena floración y cuajado de fruto", pintado además con una coloración "muy uniforme" gracias a las altas temperaturas que se han registrado este verano.

La recolección generará alrededor de 500 puestos de trabajo, a los que hay que sumar otros 500 empleados de las 12 conserveras que se dedican a asar el pimiento a la llama, pelarlo sin que entre en contacto con el agua y envasarlo en seco para que mantenga todo el sabor que lo ha hecho famoso y un imprescindible en la mesa.

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