Panrico, Deoleo, Altadis, Conservas Cuca, La Jijonenca, Refrescos Iberia, la Seda Solubles, Elmar, Unilever y las empresas de Nueva Rumasa pusieron en marcha distintos expedientes de regulación de empleo para ajustar su producción a la demanda, recortar costes o en algunos casos cerrar las puertas de determinadas fábricas.

   La industria agroalimentaria prevé cerrar 2012 con unas ventas de 82.886 millones de euros en 2012, lo que supone un ligero descenso del 0,35 % respecto al año anterior.

   Las exportaciones protagonizaron el año y se espera que aumenten un 12,5 % sobre las cifras alcanzadas el año anterior.

   Fuentes de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (Fiab) aseguran que la situación es cada vez más complicada para las empresas y que las exportaciones seguirán constituyendo un factor clave para mantener la facturación del sector, con el "objetivo de que supongan en 2020 el 40 % del total".

   Han subrayado la necesidad de potenciar la relación entre la alimentación, la gastronomía y el turismo, un plan en el que ha trabajado junto al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama).

   El año que ahora se cierra ha traído como destacado el Anteproyecto de Ley de la Cadena Alimentaria, que el sector espera permita crear valor y seguridad jurídica y garantice la eliminación de las prácticas abusivas y anticompetitivas.

   Distintas voces del sector agroalimentario, tanto la Fiab como la Asociación de Bebidas Refrescantes (Anfabra) han destacado la reciente aparición de escollos que hacen más difícil la actividad.

   En este sentido, ambas patronales han apuntado que comienzan a proliferar medida impositivas, a su juicio "únicamente con afán recaudatorio", que no tienen en cuenta las posibles pérdidas de competitividad y empleo que podrían tener como consecuencia en múltiples sectores industriales.

   En este sentido, han enumerado que en la actualidad hay sobre la mesa medidas fiscales para la sostenibilidad energética, la iniciativa de ERC de aplicar impuestos a determinados alimentos, o la nueva tasa sobre envases propuesta por el Gobierno balear.

   La industria alimentaria también vive la concentración de empresas como es el caso de las siete embotelladoras de Coca-Cola, que desde hace meses abordan una fusión para lograr una operativa más sencilla y eficiente.

   Pero sobre todo se ha asistido al reto de la marca blanca contra la de los fabricantes.

   La crisis ha hecho que las enseñas de los distribuidores se hayan colado de lleno en todos los segmentos de mercado, arrebatando cuota de mercado a casi todos, sobre todo en los tramos intermedios.

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