No hace ni un mes que asistimos en Cuenca a uno de los 44 casos de mujeres víctimas de la violencia de género en lo que va de año. Fue el 2 de noviembre, cuando un varón de 48 años quitó la vida a su esposa en el municipio conquense de Villanueva de la Jara. Es sólo un ejemplo de la realidad callada que se vive en muchas localidades de nuestro país y que hace especial mella en el mundo rural.

   Hay un dato revelador: la totalidad de las víctimas que han fallecido en Castilla-La Mancha por este tipo de violencia procedían del ámbito rural: 4 mujeres y 2 menores. Las estadísticas revelan que el 17% de las mujeres que reconocen haber sido víctimas de malos tratos habitan en el ámbito rural. Su residencia en municipios rurales condiciona su voluntad de vencer el problema, sumiéndolas a menudo en el miedo al rechazo social o a la incomprensión de sus propios vecinos. Además, cuentan con las limitaciones propias de no vivir en una gran urbe a la hora de formalizar la denuncia.

    Desde AMFAR Cuenca queremos acordarnos hoy de todas esas víctimas calladas que durante décadas se han visto sometidas a la totalidad anulación. Confiamos en que las herramientas que se ponen al servicio de erradicar este gravísimo problema sirvan para poner freno a una situación que lamentablemente sigue siendo noticia todos los meses. En este sentido, valoramos medidas como la Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres aprobada por el Ministerio de Sanidad y que recoge actuaciones de prevención, de sensibilización, de coordinación institucional y de asistencia a este colectivo de mujeres que están demandando más apoyo y protección. Por primera vez, un plan de este tipo recoge específicamente un apartado dedicado a la mujer rural. También hay que destacar el convenio firmado hace sólo unos días entre la Delegación del Gobierno en C-LM, el Gobierno regional y la Federación de Municipios y Provincias para trabajar en conjunto en la atención a las mujeres rurales que sufren este tipo de violencia.

   Todas medidas loables pero que sólo dan fruto cuando la iniciativa parte de la propia víctima, dispuesta a romper el silencio. Por eso AMFAR Cuenca reitera su apoyo a todas las mujeres del medio rural y las anima a ser valientes. En nuestra organización encontrarán siempre una mano amiga para dar un paso adelante y acabar con el sufrimiento. Por su parte, ASAJA de Cuenca, se une a la denuncia y recuerda que la organización siempre ha sido sensible a la realidad de la mujer, consiguiendo nuevos logros, como la titularidad compartida en las explotaciones agrarias, que tiendan a mejorar su autonomía y reconozcan su papel en el campo. Una vez más, AMFAR y ASAJA van de la mano en defender a uno de los colectivos más vulnerables: la mujer rural.

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