Eladio Aniorte Aparicio / Presidente de ASAJA Alicante – Jóvenes Agricultores

Después de pasar la primavera más seca de los últimos 150 años, con ola de calor incluida, que elevó los termómetros en zonas del interior de la provincia de Alicante hasta casi los 38 grados, nos enfrentamos, según AEMET, a uno de los veranos más secos y calurosos de los últimos años. Y lo hacemos con el peor escenario posible para nuestro sector agrario, con el trasvase Tajo- Segura clausurado por encontrarse los embalses de Entrepeñas y Buendía por debajo de la línea roja, con los nuevos límites del Memorándum de 2013, que elevó las reservas de 240 a 400 hm3.

Esta ausencia de lluvias y las altas temperaturas que están soportando los cultivos de nuestra zona contrastan drásticamente con los planes del Ministerio de Agricultura sobre planificación hídrica, que son: NINGUNO. Nos encontramos ante una situación crítica, peor que hace 40 años. El escenario de colapso es una realidad. El sureste tiene una estructura agraria preparada para recibir 400 hm3 y, durante el 2017, tan sólo llegarán 100, un drama que pone en peligro 20.000 hectáreas de regadío de Alicante y 3,47 millones de hectáreas entre las tres provincias del sureste: Alicante, Murcia y Almería, que aportan casi el 60% de la renta agraria nacional.

Por suerte o por desgracia, somos la mejor zona de Europa para la producción de frutas y hortalizas frescas de calidad. Somos capaces de multiplicar por diez los beneficios de un hectómetro, porque el agua no es igual de beneficiosa por doquier, es especialmente rentable en esta zona. No hay ninguna otra área en el continente que pueda hacerlo como nosotros, porque no tienen nuestras horas de sol y temperaturas suaves, principalmente en invierno, y porque el levante registra un clima único e idóneo para producir frutas y hortalizas. Cada territorio aprovecha sus puntos fuertes para posicionarse como sector estratégico, algo que es totalmente lícito, además de positivo, para un país desarrollado como España. El norte de la Península es puntero en ganadería extensiva, Andalucía en olivar, Castilla La Mancha en el cereal… El Levante es la despensa de Europa, y el trasvase no solo ha creado puestos de trabajo, sino que frenó el éxodo rural de nuestros pueblos y los convirtió en regiones de progreso. Tenemos un total de 44 millones de árboles frutales y hemos convertido nuestro sector agroalimentario en estratégico, siendo potencia productora y exportadora.

Según la legislación, el agua es de todos, y no de quien la tiene más cerca. Nosotros no consideramos que las playas sean nuestras, y son bienvenidos ciudadanos de toda España a ellas, ya que también les pertenecen. Debemos de avanzar en el pensamiento retrógrado y partidista que se ha instaurado en algunas CC.AA, auspiciado por los intereses partidistas de partidos políticos mediocres. Necesitamos profesionales que se centren en interconexiones hídricas medioambientalmente sostenibles, porque las hay. Desde ASAJA Alicante estamos seguros de que no habría déficits en ninguna zona si hubiese una correcta planificación hidrológica en España. Es lamentable que desde el Plan Hidráulico de 1933 no se haya logrado ningún gran consenso.

Y mientras el Levante se seca y amenaza con dejar sin trabajo a 70.000 personas y con la desertización de casi 133.000 hectáreas, no salgo de la perplejidad ante proyectos que suponen grandes inversiones, que bien podrían emplearse para solucionar el grave déficit hídrico en nuestro país, como que un equipo de científicos liderado por un investigador español desarrolla un experimento que consiste en el envío de semillas para que los astronautas cultiven en áreas espaciales. Según ellos, la supervivencia del hombre en el espacio depende, de que su alimentación pueda estar garantizada con producciones in situ. ¿Somos capaces hacer germinar cultivos en otro planeta y no podemos conectar las cuencas de un país donde existe una España seca y otra húmeda? Por favor, antes del desarrollo de una agricultura espacial, creo que hay problemas en la Tierra que debemos resolver con mayor urgencia y de las que depende nuestro futuro más inmediato. La supervivencia del hombre estará garantizada si conseguimos afianzar nuestros modelos productivos, conectar países y continentes mediante autopistas del agua y, con ello, lograr el hambre cero en el mundo. Primero seamos capaces de desarrollar una agricultura sostenible en nuestras tierras y, después, ya nos encargaremos de cultivar lechugas en Marte.

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