Este modelo está basado en procesos ecofisiológicos y permite el estudio y la proyección de posibles efectos del cambio climático sobre los ecosistemas forestales, además de simular distintos itinerarios de gestión de la masa forestal hasta llegar al óptimo.

    Según sus previsiones, la producción neta de carbono de los bosques españoles se reducirá a partir de la segunda mitad de este siglo, motivo por el cual los bosques que en la actualidad actúan como sumideros de CO2 pueden cambiar su papel y pasar a actuar como emisores netos al superar la respiración de las plantas (absorben O2 y emiten CO2) el proceso de fotosíntesis (absorben CO2 y emiten O2).

   A esta amenaza se suma otra y es la creciente aridez y el aumento de la evapotranspiración de los bosques, que se verá previsiblemente aumentada por el cambio climático, “lo que conllevará un impacto negativo sobre otros ecosistemas, como los fluviales”.

Los bosques mediterráneos son más sensibles a este problema

    Los bosques mediterráneos de encina, pino carrasco y pino silvestre de la zona sur-suroeste de la península ibérica son los más sensibles a este problema, pero no los únicos ya que las proyecciones indican una “severa reducción de precipitaciones” también en los bosques del noroeste.

    Por todos estos motivos, el informe considera “crucial” una “gestión adaptada a los cambios ambientales” a la hora de contribuir a la conservación de los bosques ibéricos y también los bienes y servicios que se derivan de ellos.

    La revisión científica ha sido dirigida por los profesores Santiago Sabaté y Carlos Gracia del departamento de Ecología de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, que además forman parte del Centro de Restauración Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), junto con el investigador del departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona Daniel Nadal.

(Foto: Efe. Manuel Barriopedro)

EFE/Manuel Barriopedro.
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