Según recuerda Moyano, esta desregulación aumentaría la oferta, caerían los precios y afectaría a las zonas tradicionales vitivinícolas, donde hay muchas bodegas y explotaciones de pequeña o mediana dimensión-.

No obstante, reconoce que tendrán que estar muy atentos para ver cómo se llevan a cabo los planes de la Comisión, porque en su opinión será un desarrollo "largo y complejo".

   El debate sobre la liberalización o no de los derechos de plantación se inicio antes de 2008 -año de la última Organización Común de Mercados (OCM) vitivinícola- y, después de cuatro años, los operadores "no sabemos cuál será la resolución final" y "queda todo por dilucidar" aún, explica.

   "El último informe de la Comisión va en la línea de que haya un control y una regulación (de los derechos de plantación), pero hace un mes opinaban justo lo contrario y sólo se hablaba de liberalización", afirma Moyano, quien subraya las "incertidumbres" del sector.

   Señala que en la mayoría de los ejercicios hubo excedentes y no se consumió todo el vino, por lo que una liberalización permitiría "plantar todo lo que se quiera" y las grandes multinacionales podrían asentarse en áreas de altas producciones e incrementar la oferta, lo que, a su juicio, sería "catastrófico" para el sector.

   Las zonas tradicionales de producción en España -como las amparadas por denominaciones de origen- se verían muy perjudicadas por esta desregulación, insiste.

   Preguntado sobre una posible deslocalización de compañías europeas hacia países del "nuevo mundo", en el Hemisferio Sur, admite que es uno de los riesgos, aunque cree que no está claro cuáles serían las zonas que atraerían las nuevas plantaciones.

   Según Moyano, áreas españolas con parcelas pequeñas y bajas producciones pero, en muchos casos, con caldos de altísima calidad dejarían de ser competitivas.

   "Su futuro sería oscuro" y estaría ligado al abandono, porque su población ya no podría vivir del cultivo, remarca.

   Todo apunta a que durante los primeros meses de 2013 la Comisión realice una propuesta legislativa en firme sobre la que deberán pronunciarse -ahora tienen poder de codecisión- tanto el Consejo (países de la UE) como el Parlamento Europeo.

   "Lo ideal para nosotros es que se mantenga el sistema como hasta ahora", por lo que pide que la regulación comunitaria apueste por un sistema que establezca un límite en las plantaciones y permita a los Estados miembro cierta flexibilidad en la aplicación.

   En cuanto a la situación del mercado para los vinos españoles, Moyano recalca que el futuro pasa por la exportación.

   España superó en el primer semestre de 2012 a Italia como primer comercializador en el mundo y tiene posibilidades para seguir logrando récords, porque bodegas y consejos reguladores trabajan en la internacionalización y fortalecen su posición en América o China.

   "Hay que competir en calidad, pero también influyen los precios", apunta el presidente, quien insiste en que la situación en España es menos positiva por la crisis económica y de consumo.

   Confía en que la campaña de promoción "Saber beber, saber vivir" -impulsada por empresas y denominaciones- dé sus frutos en los tres ejercicios de programación y en continuar trabajando en otras acciones "año tras año" que permitan que la demanda suba en España.

   Para Moyano es especialmente complicada la situación de la restauración, donde el consumo de vino "no levanta cabeza" y "va cayendo continuamente", lo que ha lastrado la actividad de muchas bodegas que tenían en este segmento una parte destacada de sus ventas, y les está obligando a poner el foco en el exterior.

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