Los regantes reconocen que el próximo año habrá restricciones en casi todas las cuencas y los agricultores adaptarán sus cultivos al agua disponible, lo que «tendrá sus consecuencias», con repercusiones sobre el PIB agrícola y la economía rural, según el presidente de Fenacore, Andrés del Campo. De hecho, advierte de que «la sequía severa afecta el primer año a los agricultores, pero al siguiente se percibe en todas las zonas de influencia»

Los cultivos hay que planificarlos con mucha antelación y, ante las escasas disponibilidades de agua para 2018 (las reservas se sitúan ahora en un 43%), «dependemos totalmente de la pluviometría», los agricultores tendrán que apostar por cultivos con menos necesidades hídricas, de menor rentabilidad, ha explicado.

Fenacore advierte de que habrá un cambio de cultivos, como el abandono del maíz, por opciones que necesiten menos agua

Sembrarán cultivos de secano en zonas de regadío (como por ejemplo cereales en detrimento de maíz), cuyos «ingresos son muchísimo más reducidos, con pérdidas de ingresos brutos para el agricultor, pero también para todo el complejo agroalimentario asociado, para toda la agroindustria», ha detallado en una entrevista con Efeagro.

«Un trigo o un girasol (son de secano) lo salvas con uno o dos riegos», mientras que para el maíz «necesita entre 7 u 8 y si no le das todos los riegos que necesita, pierdes la producción», además en otros casos «no se tratará tanto de salvar la producción como el árbol».

Ante este panorama, teme el presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore), «el próximo año habrá una limitación muy grande en las producciones» y en los ingresos.

Así, desde Fenacore han ofrecido el siguiente dato: una hectárea de regadío produce seis veces más que una hectárea de secano y genera una renta cuatro veces superior; los ingresos son más altos debido a la mayor diversificación de producciones, ya que evita el riesgo de monocultivo de secano.

«La sequía severa afecta el primer año a los agricultores, pero al siguiente se percibe en todas las zonas de influencia»

Del Campo se ha lamentado de que si la situación no mejora, «puede ser caótica» y el abandono «muy grande» en un sector en el que apenas un 5 % de los agricultores tienen menos de 35 años.

«La sequía severa afecta el primer año a los agricultores, pero al siguiente se percibe en todas las zonas de influencia. Tras una mala producción, al año siguiente de nota en la economía de los pueblos; en un menor gasto en tiendas, bares…», según Del Campo.

El presidente de Fenacore ha incidido en que «estos años se han salvado muy bien gracias a los embalses» y ha insistido en que «las obras de regulación (embalses y/o trasvases) son «más necesarias que nunca».

De hecho, ha añadido, «en los meses de julio y agosto apenas podríamos vivir en España unos 4 millones de habitantes con los consumos de agua actuales (agricultura, consumo humano e industria) y vivimos más de 70 millones, contando la población flotante».

Hay que completar la regulación necesaria en las cuencas hidrográficas para tener garantizado el agua y amortizar la inversión en modernización de regadíos; «obras puntuales de un canal con otro, de un embalse en un municipio determinado», ha señalado.

En la cuenca del Guadalquivir -no ha habido más que alguna restricción muy puntual- la campaña de regadío se ha salvado gracias al embalse de La Breña, que fue muy discutido, pero «estos dos años de sequía se han solventado gracias a este embalse que incrementó las dotaciones de 100 a 800 hectómetros cúbicos».

Con el cambio climático «todavía se hacen más necesarios los embalses»

Como consecuencia del cambio climático, ante un panorama de incremento de lluvias torrenciales y de periodos de sequía más amplios, «todavía se hacen más necesarios los embalses», ha hecho hincapié Del Campo, porque ese agua se recogería en esas infraestructuras y disminuirán los daños por inundaciones, además de convertirse en apoyo en periodo de sequía.

Además, ha apostado por asegurar el uso viable de todos los recursos no convencionales -desalación, reutilización de aguas regeneradas en áreas urbanas para regadíos- y «a precios viables».

Del Campo ha reconocido que aún hay que seguir modernizando los regadíos, sobre todo, porque los nuevos sistemas por aspersión y automotriz o el localizado (por goteo) generan una mayor eficiencia en el uso del agua en agricultura; hoy en día suponen el 23,6 % y el 50,6 %, respectivamente.

La modernización de los regadíos en España «ha supuesto un gran avance en el ahorro de agua» y ha recordado que si en el 2000 el 60% de la superficie regada se hacía por gravedad o superficie (también conocido como riego «a manta» o por inundación), en 2016 ese porcentaje había caído al 25,8%, porcentaje que aún hay que rebajar.

No obstante, ha destacado que la mitad de la superficie de regadío ya se riegan por goteo (1,85 millones de hectáreas) y España es el segundo país del mundo con mayor porcentaje de riego localizado sobre el total.

En España la superficie puesta en riego ronda los 3,7 millones de hectáreas, lo que representa alrededor del 13% de la Superficie Agraria Útil (SAU) y casi un 60% de la producción final agrícola nacional.

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