Según Yvancos, desde el día siguiente de la expropiación de Rumasa ya tenía dinero fuera de España, porque poseía sociedades en Holanda con cuentas en Suiza que manejaba una abogada, Joelle Knopfell, que trabajaba para Alfonso Rivero desde hace unos 30 años.

    Afirma que hipotecar todos los activos del grupo era una práctica habitual: se compraba un hotel por 30 millones en el notario y al mismo tiempo que se hipotecaba por 40 millones en una sala de al lado, sin que se enteraran los vendedores.

    El hotel se pagaba sin señal y a 10 años, "solo por la confianza que generaba José María Ruiz-Mateos", asegura Yvancos, quien cree que todo lo hipotecan para crecer más rápido y tener tesorería.

    Yvancos resalta que Ruiz-Mateos siempre alardeaba de que "lo difícil era comprar sin poner una peseta y hacer rentable el negocio para que se pague solo, nos dé beneficios y nos permita encima divertirnos".
 
    Esas operaciones se realizaron, por ejemplo, con Quesería Menorquina (Mahón) y con casi todos los hoteles del grupo, dice.

    Sobre las 13 emisiones de pagarés realizada por empresas de Nueva Rumasa, Yvancos precisa que la operación fue sobrevenida y no planeada, tras una prueba que realizó el padre con un anuncio en prensa ofreciendo un producto con rentabilidad.

    Como al día siguiente el teléfono no paró de sonar con llamadas de interesados en invertir, los hijos hicieron preparar un dossier en 3 días y empezaron a comercializarlo, de forma que en la primera semana consiguieron captar 3 millones de euros.

    "El tema les sobrepasaba a ellos mismos y siguieron porque vieron que los bancos les ponían pegas para darles financiación", explica.

    Sin embargo, pese a la información de presunta solvencia que los anuncios destacaban con el objetivo de captar inversores, Yvancos revela en su libro la verdadera opinión de la familia cuando tras el preconcurso de acreedores en febrero de 2011, la gente no paraba de pedir explicaciones a los delegados que habían vendido los pagarés.

    "Cualquiera con dos dedos de frente sabía que invertir en Nueva Rumasa tenía un riesgo", respondió por mail Javier Ruiz-Mateos, que era quien llevaba el tema de los pagarés, a la delegada del Grupo en Valencia cuando le pide explicaciones. "Estaban echando la culpa al propio cliente por haber confiado en ellos", asevera.

    En relación a las numerosas donaciones que los Ruiz-Mateos realizaron a organizaciones religiosas, Yvancos resalta que en 2010 Nueva Rumasa donó al Opus Dei -a través de la Fundación Covadonga- unos 7 millones de euros; y que a los Legionarios de Cristo se destinaron 4 millones de euros. Además, dieron otros 4 millones a los Salesianos para una biblioteca en el Vaticano con el objetivo de "sumar voluntades para beatificar a sus padres".

    Ahora los hijos han pedido a estas organizaciones que les devuelvan parte del dinero donado y que, por eso, "en compensación no están pagando los colegios de los hijos", indica Yvancos.

    Revela en su libro operaciones de los Ruiz-Mateos para lograr liquidez hasta en los últimos momentos cuando se estaba en el proceso de preconcurso y concurso con la devolución de un hotel, el Semiramis (Tenerife), al empresario José Batalla y a otros dos en la isla de La Palma al grupo hotelero H10.

    A cambio de esta devolución, los Ruiz-Mateos recibieron 1,5 millones en el primer caso y un millón por los segundos, "ellos no pierden tanto y logran liquidez", subraya.

    Yvancos detalla que entre los más de 4.100 inversores en pagarés, también aparecen, entre amigos familiares, unas 50 personas, y que a algunas de ellas se les ha compensado su inversión de alguna forma.

    En este sentido, cita al suegro de José María Ruiz-Mateos hijo, Agustín Figueroa, con la cervecería Naturbier (Madrid) y una finca en Tordesillas (Valladolid).

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