En 1982 se habían celebrado las primeras elecciones andaluzas y su flamante presidente Rafael Escuredo, sin confesarse ni a Dios ni al Diablo, anunció en Ronda la voluntad de redactar una Ley de Reforma Agraria Andaluza.

    Así conocí a Miguel Arias, era diputado andaluz y trabajamos codo a codo. Presentó un proyecto alternativo a la trasnochada y decimonónica iniciativa gubernamental. El contraste fue épico, la noche y el día, el pasado y el futuro, la multa y el incentivo.

    Una alternativa innovadora en apoyo de una agricultura andaluza para que sus dispuestos agricultores y ganaderos recibieran el apoyo de su gobierno necesario que les permitiera abordar con garantías el inminente reto de incorporación a la Comunidad Económica Europea.

    Miguel Arias salió elegido europarlamentario y siempre con la agricultura y los agricultores. Con Antonio Navarro, también eurodiputado andaluz, y ante un desconcertado Carlos Romero (el ministro que le daba miedo volar) en 1988 nos visitó el entonces Vicepresidente de la CEE y Comisario de Agricultura, Frank Andriessen. El Comisario después de conocer la realidad del campo andaluz nos dejó el siguiente comentario en nuestro libro de honor: “Gracias por vuestra calurosa acogida, no solamente en vuestro estado mayor sino en vuestro país, tan rico y tan variado en sus cultivos”

    La mano amiga de Miguel Arias siempre nos condujo por aquellas comisiones parlamentarias europeas y por aquellos despachos donde se decidía la Política Agraria permitiendo y facilitando la comunicación de nuestra agricultura para adaptar, a pesar de las dificultades, las estructuras del campo a las nuevas exigencias comunitarias. Éramos el país número 12 que se incorporaba y en los corrillos europeos se oía que los europeos tenían que aprender un nuevo idioma mientras que los españoles y especialmente los andaluces habían aprendido en poco tiempo 11 nuevos idiomas.

    Como ejemplo conocimos y entablamos amistad a través de Miguel Arias con destacados parlamentarios españoles entre ellos Luis Planas portavoz del grupo eurosocialista español. Carreras por los pasillos de Estrasburgo para asistir a alguna comisión o para conocer en su despacho algún influyente colega donde Miguel quería que contáramos, expusiéramos o defendiéramos nuestro modelo de agricultura. No había internet y a través de fax nos manteníamos permanentemente informados de todas las iniciativas y opinábamos sobre nuestra posición. Cati, su inseparable secretaria, a la velocidad de la luz nos enviaba las iniciativas y nos pedía las nuestras. Un valioso tiempo donde aprendimos las numerosas y novedosas reglas de juego del mercado europeo y que Miguel en un esfuerzo descomunal dedicó para que los agricultores españoles fijaran su atención en los consumidores europeos.

    Su larga experiencia y sus profundos conocimientos europeos nos han servido eficazmente durante los años que, al frente del Ministerio de Agricultura, ha adaptado el complejo acervo comunitario a la realidad agraria española y moviendo hilos e influencias para negociar como adaptar de la mejor forma posible las especificidades españolas a esas normas comunitarias muchas veces infumables.

    En la mayoría de las materias se puede decir sin miedo a equivocarse que se marcha a Bruselas con un sobresaliente “cum laude” pero con la misión de enseñar al gran desconocido de las administraciones, el complejo sistema agro-silvo-pastoril que es nuestro sensible monte mediterráneo. En el que a base de “palos de ciego” no se pueden adoptar las decisiones en las que se intenta imponer una gestión de otros modelos de aprovechamientos.

    Miguel será Comisario y Vicepresidente, porque se lo merece, pero sobretodo porque se lo merecen los españoles, especialmente el campo español. Ya va siendo hora que los españoles nos sintamos más europeos o mejor dicho que los europeos empiecen a sentirse más españoles.

    Miguel lleva más de treinta años mirando a Europa para señalarnos el futuro y es aval suficiente para que a partir de ahora y desde Bruselas dedique sus habilidades a señalar a los europeos que el auténtico futuro donde lo tienen garantizado es mirando hacia España.

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