Greenpeace.-Como anunciábamos hace unos días, la aprobación del nuevo Código Forestal era inminente. Por fin el Congreso brasileño había dado luz verde a un proyecto de ley que reducirá la protección de la Amazonia y que dará amnistia general a casos pasados de deforestación, motivo por el cual se ha deforestado a un ritmo brutal, con un incremento de más del 800% con respecto al año pasado. Sin haberse aprobado esta normativa ya ha tenido consecuencias fatales.

Los cambios producidos, abren las puertas a la destrucción masiva de la Amazonia, el principal instrumento legal para protegerla y cientos de delitos quedarán impunes. Para que se convierta en la una ley firme, este texto debe pasar por el Senado, y luego puede ser vetado por la presidenta Dilma Rousseff, quien ha declarado que vetaría partes aprobadas. Esperamos que así sea.

La Amazonia nunca ha estado tan amenazada como ahora. Los compañeros y compañeras de Brasil nos decían que estos días están siendo días negros. Comenzando con el asesinato de José Claudio y Maria do Espíritu Santo, dos líderes de comunidades del estado amazónico de Pará, y finalizando con la noticia de que la mayoría de los políticos brasileños habían apostado por la barbarie que supone la nueva normativa forestal.

Y es que, como vemos, la impunidad a los delitos asociados a la destrucción se llevan por delante la mayor área de bosque primario del Planeta y las vidas humanas que luchan por su protección. José, se dedicaba a a la recolección de la nuez brasileña, y vivió las amenazas constantes desde una zona considerada una extracción ilegal de madera. Finalmente hicieron realidad esas amenazas.

El nuevo código forestal pondrá en peligro millones de hectáreas a disposición de los negocios agropecuarios y muchas de las comunidades que dependen de este ecosistema.

Dilma debe mostrar su liderazgo vetando el texto. No puede permitirse una ley que atenta contra la Amazonia y las personas que dependen de ella.

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