La capacidad del ministro Montoro para subir impuestos alcanza ya límites insospechados. Tras pasarse media vida (especialmente en la oposición) quejándose de estas subidas, ha sido llegar al poder y engancharse a incrementar todo tipo de tasas e impuestos sin ningún pudor. Y cuando lo tiene, no pasa nada: lo oculta, como ha pasado ahora con ese nuevo impuesto al tratamiento de purines del que nadie sabía nada… hasta que alguien se ha leído la ley de acompañamiento del Presupuesto.

Y en pleno subidón, en una semana, como un drogadicto mira a las drogas o un niño a esas chucherías a las que Rajoy prometió (en falso) no subir los impuestos, se ha pegado un atracón de subidas que afecta a todo el mundo, especialmente -¡qué raro!- al agroalimentario.

A los purines se le suma el tabaco, el alcohol (contentos está en el Marco de Jerez al ver cómo son de los pocos vinos a los que les suben un 5%, sin olvidar a su brandy) y las bebidas azucaradas (no menos contentos están los remolacheros que, a este paso, no va a hacer falta que se acaben las cuotas para ver que sus cultivos van a ser una ruina).

Pero la mayor capacidad del ministro de Hacienda no es incrementar los impuestos, sino su forma de justificarlos. Desde cambiarles el nombre para que no parecieran lo que eran hasta justificar por motivos de salud una subida como la del alcohol y tabaco, aunque especialmente llamativa es la de las bebidas azucaradas, que lo hace para salvar nuestras vidas de la obesidad.

Vamos, que además de subirnos los impuestos Montoro nos llama gordos. Menos mal que lo tenemos a él, que si no nuestra vida sería un horror, todo el día fumando, bebiendo y hasta echando purines. Gracias a él ahora seremos más sanos. Más pobres también, pero mucho más saludables.

Aunque lo más jodido es que nos sube los impuestos porque se lo ‘manda’ la Merkel… que ya está gorda, con perdón.

 

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