No hay escándalo sanitario en Europa relacionado con la alimentación sin que España se vea envuelto en él, tenga o no nada que ver. Y no hay escándalo de estas características que no acabe teniendo, antes o después, su contrapartida nacional. Si primero se nos acusó de poner carne de equino en las hamburguesas irlandesas e inglesas, sin que a estas alturas nadie lo haya aclarado oficialmente, ahora nos desayunamos, o mejor sería decir nos comemos o nos cenamos, con unas hamburguesas cien por cien españolas… con su correspondiente parte de ADN de equino, nacional eso sí.

   Y vuelta a hablar de las hamburguesas, aunque todo el mundo sepa que no existe ningún riesgo para la salud, aunque sí una estafa en toda regla para los consumidores, que compran lo que ven escrito sin tener, al parecer, la más mínima responsabilidad por no hacer una prueba de ADN a lo que comen, porque la clave de todo este embrollo es que, como dicen los que las venden, su ‘vacuno’ ha podido estar relacionado con el equino en el “proceso de fabricación”. Vamos que antes de ser echas papilla las vacas estuvieron tomándose unas pajas en la cuadra  con los caballos y, ya se sabe, todo se pega.Y lo dicen así, sin vergüenza.

   Pero lo peor de todo no es que haya o no carne de equino, que hay que insistir no es en absoluto nada perjudicial para la salud, más bien lo contrario,  sino que también la OCU ha detectado que estas hamburguesas llevan sulfitos, otro aditivo cuya utilidad es inhibir el crecimiento de bacterias y mantener el color original de la carne. Vamos que le echan carne de todos los animales que pillan y encima ni siquiera les salen con color a carne, algo que por cierto, y todo hay que decirlo, niegan tajantemente los fabricantes.

   Uno sabe que cuando se adquieren media docena de hamburguesas en  un supermercado por dos o tres euros no se van a llevar un solomillo de Cantabria picado, pero, visto lo visto, uno empieza a preocuparse de que si cuando a la parienta le salen algo duras las albóndigas no es que se le haya ido la mano a ella, sino a lo que hay dentro de la carne, o de las carnes.

   En cualquier caso, lo que no entiendo es por qué no hacen, para acabar con tanta polémica, hamburguesas directamente 100% de equino, que son más saludables, baratas y no dan problemas de ADN, porque ya lo llevan dentro. Aunque claro, conociendo a este país, seguro que alguien les echa un buen trozo de ternera gallega y las acaba ‘adulterando’. Y es que hay mucho sinvergüenza suelto, casi tanto como ADN de equino.

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